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jueves, 6 de mayo de 2021

Hojas, luz, aire, agua. Comienza el festival de primevera.


 

El bonito regalo.

 


El concepto.

 




Unas pocas palabras más. Con la misma moneda. Las patatas de Chernobil.

05-04-2021 




Ni quería, ni tenía ganas ya de escribir más.


Otra batalla perdida. 



Llevaba días esta entrada parada, remoloneando junto a la anterior. Evitando el escribir, sin ganas y con poco que decir, escribía más para sacarme el peso de encima y poder avanzar que por convicción en lo escrito.

Debía adjuntar algo. ¿Qué era?

¡Ah, sí!

Mis poderes.

¿Cuáles eran mis poderes? ¿Tenía algún poder?


Pensé durante algunos días sobre este asunto sin llegar a mayor conclusión que mi único poder era el pedir. Al igual que todos los demás.


Había quedado ya muy atrás aquel sentimiento de saber que mi existencia estaba ligada a algo mayor. El saber que estaba aquí para algo y por algo.

Aquello ya estaba hecho. Parecía haberse cumplido el por qué de mi existencia y ya no quedaba nada más. Me negaron el diálogo, y callaron todo hallazgo. ¿Qué iba yo a pensar de todo eso? ¿De todos ellos?

Cualquier pensamiento era del todo descorazonador y terriblemente apesadumbrante. 

Parece que esa última era otra palabra que no existía. ¿Cómo iba a existir, si no se había visto cosa igual hasta entonces?


Hacía muchos años atrás, antes de comenzar este blog, en una conversación salió a relucir la frase, "lo que tenga que ser, será". Hablaba con mi madre y en aquel entonces le hice saber que no debía ser así aquella frase pues dejábamos y apartábamos toda responsabilidad desplazándola hacia el futuro y que más bien y mejor deberíamos decir "lo que tenga que ser, sea", haciéndonos cargo e implicándonos en el acontecer de las cosas. Adelantando el devenir de las cosas y plantándole cara.


Así pareció suceder con todo esto que aquí salió a la luz. Con todo lo dibujado y escrito y hallado y surgido.


Fue. Se hizo. Pasó Sucedió. Vino. Surgió. Apareció. Nos dio.


Ese era el poder. El pedir, el cambiar, el ser e implicarse. El dar la cara. Afrontar lo venidero y no trasladarlo y posponerlo más y así fue.



Más adelante, antes de toda esta pandemia que azotaba al mundo como castigo hacia la inhumanidad de los humanos, otra cosa mi espíritu o mi alma, mis adentros, gritaron.

"¡Con la misma moneda!"



Eso es lo que gritaron mis pulmones hartos de tanta infamia y maldad. Hartos de tanto silencio y perversidad, de tanta mezquindad y mentira. Y yo, que ningún poder tenía mas que el de pedir, de alguna forma pienso que fui escuchado, nuevamente, por aquel que sí tenía el Poder en verdad.


Aquel valoró y determinó y ejecutó y todos aquellos en aquellos sitios que había estado jugando a dañar, de alguna forma, recibían el pago con la misma moneda.


No sé. Todo era extraño, los designios del Señor. La Voluntad. 

"Voluntad". 

Aquella palabra con la que me acosté. Aquel secreto tan bonito.

Voluntad. El querer y hacer.

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¡Yo qué sé! Solo intento contar lo que pasó. Solo intento contar como veía y sentía todas aquellas cosas que habían pasado y pasaban. Aquello que pensaba. 



Las patatas de Chernóbil.



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Quería seguir dibujando y callar. 

Allá ellos y sus malas decisiones, aún a mi pesar. Todo lo que habían perdido ni se lo imaginan. Y no por lo escrito, sino por lo no escrito y aparecido y surgido y creado.


Pero parecía que no se enteraban de nada o incluso que les daba igual, lo cual era mucho peor, sin duda alguna.


No se hacen una idea de lo perdido.


Y no por mi, sino por Él.


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Callo.



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06-05-2021




Quedaban algunas cosas más por decir, como lo de que quizás primero fue: común, luego media mujer, luego hombre, luego mujer, y luego común.

Eso daría sentido a que todo (hijo) hombre (y mujer) aún viniendo del Padre, venía de mujer, siendo incluso el primero el que venía de mujer a través del Padre.

Siendo ya el segundo ciclo compuesto con mujeres y hombres enteros.

...

Y otras cosas.