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jueves, 20 de noviembre de 2014

Burbujas 09. Burbujas de humana mezquindad.


(Censurado)



¿Usted habla de escuchar?

Enséñeme sus orejas y yo lo diré de nuevo lo que usted no parece querer escuchar.

En esta región vivimos cerca de siete millones de personas. ¿Me oye usted?
¿Me oye?
¿Me oye dentro de su cabeza?

En esta parte del mundo vive gente que está hasta la coronilla de sus risas y sus paripés y sus monsergas.
Monsergas arrastradas durante años para su propio beneficio en el engaño. De sus mentiras, de sus continuos incumplimientos.
De sus continuas argucias para seguir sentado cobrando a costa de los siete millones de españoles que le sufren directamente por su inadecuado proceder y del resto de personas que viven en el país al que usted debe su posición.

Déjese usted y los de su calaña de más engaños y falacias.

Desde que el estado central en este nuestro país cedió competencias a la su muy amada y defendida Generalidad, esta región ha ido cayendo en desgracia año tras año.
A medida que ustedes han tenido más y más poder, la situación en esta parte del mundo es peor y peor y peor.
Cada vez más tensiones, más incumplimientos de gobierno, más robos por parte de sus allegados y conocidos y antecesores y respaldados responsables dueños y hacedores de su propia justicia para respaldo de sus propias impunidades y mentiras.

¿Acaso se cree usted que engaña a todos a los aquí presentes?
Usted y sus antecesores necesitan una buena reprimenda a sus acciones. Sencillamente por no hacer lo que tiene que hacer.

Usted no respalda ninguna voluntad de ningún pueblo porque usted es un títere de su propia ignorancia y mezquindad.
Mezquinos. Eso es lo que son todos ustedes en su comportamiento como gobernantes.
Encárguese de las necesidades de la gente y déjese de monsergas inútiles.
De las verdaderas necesidades. De eso se tiene que encargar. 
¿O para qué se cree que nos gobierna?

¿De qué libertad habla usted?
¿De qué libertad habla usted?
Le pregunto a esas orejas con las que pretende escuchar.

¿Libertad de qué y para qué?
¿Para traer al presente una lengua que había quedado empequeñecida por naturaleza?
¿Para obligarnos a comunicarnos en una lengua que lo único que hace es sustentar su propia ignorancia en el gobierno?
¿Esa es la base jurídica que le respalda?
¿Su ignorancia en el gobierno?

¿A dónde quiere ir? ¿A dónde nos quiere llevar?
¿No le parece bastante desgracia la que arrastramos todos en nuestra propia mezquindad?
¿Todavía nos quiere arrastrar más hacia la mezquindad?
¿Hacia su propia mezquina mezquindad?

Han acabado con todo el tejido empresarial de la región. Han favorecido solamente a sus acólitos ignorantes mezquinos respaldadores de este sin gobierno.
Nos han robado nuestros negocios, los de nuestros padres, y se aprovechan de la ignorancia y buena voluntad de la gente para su solo beneficio y provecho.

Nos obligan con sus leyes, nos obligan con sus impuestos, con su policía en aras de la libertad.

¿Pero de qué libertad hablan usted y los suyos?

¿De la libertad de estar obligado a su sin razón?¿A su desgobierno?¿A su diario paripé?
¿De esa libertad nos habla?
¿De quien se quiere separar?
¿Todavía no se ha enterado de que el planeta es una esfera perdida en el frío espacio?
¿Acaso es usted tan ignorante todavía?

¿De una esfera se quiere separar?


¿De una esfera se quiere separar usted en nombre de la libertad?


Permítame que le diga pero usted es todavía más ignorante de lo que aparenta en realidad.

Hemos tenido que aguantar por estas partes del mundo no se sabe qué historia sobre el cobro de comisiones. Para poder acceder a algo no había suficiente con los impuestos marcados en las leyes sino que hacía falta además pagar otro tanto bajo mano, a sus manos y las de los suyos.
Eso quedó escondido bajo las rancias sillas de sus poltronas enmohecidas. Carcomidas por el tiempo.
Hace unos pocos días hemos tenido que aguantar de nuevo cómo la imagen de la honorabilidad se hacía artífice en sus propias palabras y lengua de una nueva amenaza diciendo que caerían todos. Y usted y los que son como usted han callado de nuevo en sus carcomidas y barnizadas sillas enmohecidas en el hedor de lo nefasto. En sus mezquinas poltronas de gobierno.

Así nos hacen vivir. Atrapados en sus propias mentiras engaños, falacias, robos y muertes.
¿O acaso se cree usted que su comportamiento no arrastra muertes?
¿Gente que ha tenido que dejar esta vida víctima de sus mangoneos?
¿Se cree que no los ha habido?
¿Más urnas quiere?

¿Le gusta escuchar? ¿Le gusta escuchar la verdad?
¿Con sus oídos?

Años y años aguantando sus impúdicas mezquindades en el desgobierno. Eso es lo que tenemos con ustedes.


Libertad.


No me haga llorar más y váyanse usted y los suyos un ratito a la cárcel o a su casa, anda.
Quizás allí aprenda por fin que el mundo es una esfera perdida en el espacio.








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(Esto era para uno y sirve para tantos...)
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La mezquindad humana no tenía límites.
Era tal que como el punto o el infinito en la mente del hombre.
La mezquindad humana se extendía por el tiempo y los hechos como fantasma invisible e inexistente. Camuflada en la normalidad de lo cotidiano.
La mezquindad dominaba todas las capas del proceder humano.

Había conseguido extenderse de forma subrepticia, sutilmente, impunemente y copaba toda acción relacionada con el ser humano.
Había conseguido camuflarse y extenderse gracias a la mente del hombre y a su lengua.
Gracias a sus dos lenguas había conseguido extenderse.
La lengua de la mente se alzaba sobre el ser humano con la mezquindad a cuestas y la lengua de la boca del ser humano respaldaba y defendía aquel proceder como si fuera algo normal.
La lengua de la mente del ser humano y la lengua de su boca habían convertido a la mezquindad no sólo en normal sino en requisito imprescindible en el convivir humano.

Allí su mezquindad.

La mezquindad humana nos había convertido a todos en mezquinos.

Todos éramos víctimas mezquinas de la mezquindad humana.
Tanto y tanto se había extendido y había convivido entre nosotros que era difícil identificarla.


Las lenguas del hombre la habían ensalzado a los cuatro vientos y habían convertido al propio ser humano, artífice y sustento de ella, en la guía de su mezquino destino.


El ser humano vivía bajo la mezquindad que había creado sin tan siquiera darse cuenta de tal hecho.

Mezquinos.
Todos nosotros.
Todos nos habíamos convertido en mezquinos de nuestra propia creación.

De nuestro propio hacer.


Toda esa procelosa sociedad que creía vivir sustentada en valores nobles, en realidad vivía pertrechada, guiada y carcomida por la mezquindad que cubría tales valores nobles.

¿Dónde estaba la nobleza del hombre?
Bajo su mezquindad.
¿Dónde estaba la verdad del hombre?
Bajo su mezquindad.


Allí residía el hombre.
Allí vivía el ser humano.



El hombre vivía en su propia mezquindad.
En las casas de la mezquindad.
Entre las casas y las cosas de la mezquindad.
Bajo el yugo de los bancos de la mezquindad.
Bajo el yugo de los poderes mezquinos de la sociedad que sustentaba su propia mente y su propia lengua.
Ahí vivía el ser humano.


Mezquino de herencia.
Así era nuestra herencia. 
Mezquina.
Habíamos aprendido de ella y vivíamos para ella.
Trabajábamos toda la vida sumidos en la mezquindad que nos habían enseñado.
Nuestros gobernantes se preocupaban por y para que siguiéramos en esa mezquindad.
Si alguien luchaba contra ella era apartado, pisado, engullido, insultado y llamado ser marginal e inadaptado de la sociedad y el progreso.


El progreso era mezquino en su propio concepto.
El progreso era mezquino en su base y alimentaba a los mayores mezquinos.
Toda la sociedad allí engañada.
¿Cuando seré tan mezquino como para poder ser como ellos?, se preguntaban.
Sin darse cuenta y tragando.
Tragando mezquindad y convirtiéndote en mezquino para no ser triturado por el gigantesco avance de la mezquindad humana.
De tus propios congéneres. De tus propios vecinos.

Te decían: " Así es la vida" "El más fuerte se come al pequeño"
"Tú no puedes cambiar eso"

Siempre decían cosas parecidas.
Con su mente y con su lengua.

Y seguían avanzando como vogones.

Todo eso, eran mentiras. Todo eso si que eran falacias producidas por el poder mezquino.
Ahí estaban las falacias del poder.
Su propia mezquindad.
Yo tengo las leyes bajo mi mando y las aplico bajo mi conveniencia.
Bajo los baremos y medidas de mi propia mezquindad aplico las leyes.

Da tú. Pero que a mí no me quiten.
Da tú si quieres.

La mezquindad gobierna y tú serás pisado y destrozado por la mezquindad.



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Había dormido en la calle algunos días.
Dormir lo que se dice dormir, no había dormido mucho.
Era difícil dormir entre la mezquindad.


La mezquindad humana se acercaba en la noche hacia los cartones que me protegían del frío suelo y la fría noche en forma de jóvenes sonrientes.

La mezquindad se acercaba con el risueño proceder de la ignorancia sumida en su propia mezquindad con regalos comprados en las gasolineras.
Regalos con aspecto de gasolina en un bidón de plástico.

Dispuestos a darte todo el calor que necesitabas.


Así era de rápida la mezquindad humana.


Yo taparé tu frío.

Con esta gasolina y unas cerillas acabaré con tu frío.


Así era la mezquindad humana.



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¿El rosa?

¿Dónde estaba el rosa?



¿Dónde estaba el rosa?


El rosa de su boca, de sus manos, de sus huellas, de sus labios.

¿Dónde estaba el rosa?
¿Dónde?
Me pregunto dónde.

¿Dónde estaba el rosa?


Su lengua no era rosa.



O quizás si...



Así de rápido querían acabar con tu sufrimiento.
Entre llamas y fuegos.

Todos mezquinos.


Cuando el cuerpo se alzaba y los cartones caían.

La mezquindad huía despavorida por el miedo.


Ellos no querían quemarte a ti sino a la mezquindad de tu pobreza.
No querían que tuvieras ni cartones, ni ropa.
Ni tan siquiera sueño querían que tuvieras.


Sólo querían verte desnudo de toda mezquindad.




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Mezquinos.


Mezquina sociedad.

Construíamos casas en unos meses y pagábamos por ellas durante toda la vida.
Mezquinos de nuestro propio ser y hacer.
Pagábamos por las casas que construíamos en unos meses varias veces y hasta varias vidas.
Fíjense hasta dónde llegaba nuestra mezquindad.
Por todo pagábamos varias veces.
Toda la vida atrapados en nuestra mezquindad.
Toda la vida pagando por nuestra mezquindad.


Cosas no necesitadas.
Cosas mezquinas para mezquinos.

Miles de años.
Miles de años de mezquindad humana.

Miles de años gobernados por la mezquindad humana.



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Ten ahí tu verde y tu azul, rosa.
Rosa sociedad.