Translate

jueves, 18 de diciembre de 2014

Homenaje a Joaquín Sorolla, el homenaje a Leonardo da Vinci y la pequeña Gioconda que no puedo mostrar, las águilas del desierto sobre el tronco del bosque, el black friday y alguna otra cosa más, creo.





Homenaje a Joaquín Sorolla.
Óleo sobre tela.


----------------------------------


La pequeña Gioconda de Leonardo corrió un triste destino según me dijeron.
Al parecer fue víctima del odio, o de la venganza, o de la incoherencia del desamor reflejándose en la destrucción del cariño y buenas intenciones en lo material. Yo qué sé.
Creo que no es el único que ha sufrido tal destino.

¿Cuántas obras o libros o espíritus han sido rotos y destruidos por el odio y la sin razón?
Cuánto arte perdido en la historia de este mundo.
Cuántas buenas intenciones y buenos deseos destrozados.


--------------------------------

Las águilas del desierto posadas en el tronco del árbol caído en el bosque.

Ahí el haciendo.


Y ahí el hecho.


Pastel sobre papel.

---------

(Pobre Rembrandt y sus pasteles, allí tirados y pisados y machacados sobre el suelo de cemento de mi estudio. Al lado de la silla de transmisiones.
De la primera. Y ahora allí en la mesa de la última.)

----------------------------------

Ya ven...

La espalda de una mujer desnuda sobre satén rosa y objetos destinados a matar tal delicadeza.
Así es el hombre.

Incomprensible.


Ya ven mi destino.
¿Cómo pasé de dibujar una cosa a la otra?
¿Cómo la vida me empujó a hacer eso?
y ¿Por qué?

¿Pueden imaginar mi mente y mis pensamientos en el haciendo a las águilas?
¿Lo que suponía tomar un color de aquellas cajas e intentar transformar aquellos aparatos demoniácos en arte?
¿En el sufrimiento del haciendo?
¿En la incoherencia artística de tal hecho?


Pues así hay muchos. Personas, artistas, destinadas a dibujar seres con armas. A diseñar armas y muerte.
Lo creativo creando lo destructivo.
La vida creando la muerte.

¿ Alguien cree que me gusta vivir en este mundo?
Nada me gusta vivir en este mundo.
Nada.



Entre aquellos dos dibujos habían habido mares de olas y de cosas. 
Ondas cambiantes.
Intenciones cambiadas. Empujado o llevado por la esperanza de conseguir algo y no conseguir nunca nada.
Nada.

Mejor hubiera sido no haber leído a Carmen Laforet, a veces pienso.
Ni tan siquiera haber escuchado el "nihil" en aquella exposición de cuadros que hice.
Nada.

Las "guerras púnicas" me dejaron sin alma. Pero creo que eso se merece otra entrada.
El alma.

Eso intenté dibujar en todos esos cuadros de hombres y mujeres sin rostro.
Su alma.



Y seguir, seguir y seguir.

Lijando, enmasillando, puliendo, limpiando.
Tan pronto tenía que tomar los pinceles de pelo de nutria, como tenía que tomar el capazo y la llana y el cemento y el yeso y qué sé yo.
¿Qué sé yo esta vida?
¡Al fuego!
¡Al fuego con tu arte y tus penas y tus quejas y tus llantos!
¡Al fuego con tu crujir y rechinar de dientes!
¡Al fuego con tu alma y tu entera vida!
A quien narices importa.


Absurdo mundo.


Tómate la pastillita. Anda.
Que esta si que paga impuestos.
Y no desvaríes.
Anda. Tomate la pastillita y calla.



---------------------------


Los insensibles y sus cosas.


----------------------------


Aquello es lo que planté. Aquellas dos águilas se quedaron allí plantadas.
En el desierto del húmedo bosque.
Eso fue lo que planté entre el poderoso y transformado "umpa lumpa" azul y mi mejor sonrisa y recuerdo. 
Siempre lo recuerdo.
Casi cada día recuerdo aquel lugar.
Tanto lo hecho de menos a veces.
Y a sus gentes y "umpa lumpas".


-----------------------------



Otro Black Friday pasó.
Otro récord de ventas.
Otro récord para las armas.
Otro récord para lo incomprensible.
Para el dinero a las bolitas de plomo.
Para el dinero a los que quieren vender sus bolitas de plomo.


Aquellas no eran de mentira, ni de juguete.
Las águilas en el desierto del bosque eran de juguete, pero las del black friday no.


Matémonos, parece que querían decir.
Matémonos encima del satén rosa, mientras posamos desnudos dando la espalda a la roja muerte.
Así me vestí de rojo.
¿Qué importa quién dispare?
Prefiero ver la vida y no quien da la muerte.
Prefiero ver el brillo de la luz en el diamante, en el ojo.
Prefiero ver el brillo en el ojo a la muerte.
A la muerte le doy la espalda sobre el satén rosa.



Luego, la gente, nosotros, los que hacíamos los records de todo, salíamos en tropel a las calles. Indignados.
Pidiendo la paz.
Pidiendo justicia para que no hubieran más muertes.
Nosotros, los que hacíamos los records.
Los records de todo.


-------------------------------


¿ Y qué?
Allí estaba todo preparado para el destino y la voluntad de los insensibles.
Para el fuego de los insensibles.
¡Al fuego!
¡Tiradlo todo al fuego!
¿A quien importa el llanto y crujir y chirriar de dientes?
¡Lanzadlo todo al fuego!
Gritaban los insensibles.


------------------------------


Los insensibles desconocían la sensibilidad de las cosas.
No querían verla.
Ni admitirla.
Ni sentirla.

Allí los colores.
Los colores de las cosas.



Tengan ahí un atardecer.
Cualquier atardecer con sus colores.
Los colores de las cosas.
Con su cálido y su frío.
Su amarillo y naranja y azul y lila.
Tengan ahí sus extremos.
Sus diarios extremos.
Su sensible insensibilidad.
Sobre su cabeza.
Todos los días.