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viernes, 11 de julio de 2014

Boceto hombre 01. El gigantesco insecto sobre su pecho. Sobre el árbol. (Bloque 14)


Las cosas comenzaban a cobrar su importancia.
Los movimientos de las ondas sobre los brazos del hombre formaban una serie de ondas y rizos.
En su caminar, todo el tronco en el viento.


En las ondas y formas de colores del momento.


De todo el ciclo de ondas.
En las luces y en las sombras.
Reflejo de los mares.
Más color, más ondas, más pestañas.
Subiendo y bajando.


Más color, más luces, más sombras.
Más formas, más ondas.
Más ángulos.
Más color en el tronco en el árbol.
Entre los ojos del tiempo.
Entre las ondas.


Energía del amor que surge y que da.
Extremo verde.
Pestaña y arco.
Hoja, onda ola, pestaña, escama.
Arco del árbol. 
De las ramas sobre todos los arcos.


En toda aquella locura de ondas sobre su espalda.
De la espalda del delfín. Del pez y el mar.
Del agua de la onda.
Del fluir.


Punto, instante, colores y ciclo.


A aquellas alturas de todo este proceso, en todo este trepar por el árbol del tiempo, del momento en el avanzar o pisar o dejar huella del boceto de un hombre había tenido suficiente tiempo para pensar en el árbol, en el viento y el tiempo.
Viendo aquel tronco en su pecho con sus ramas en sus clavículas, en la base del cuello.
De ese tramo de escalera.
La del cuello.
Escalera de ondas de la primera onda sobre el viento y el mar.
Sobre el azul y tierra.
En todo ese tiempo digo, había tenido tiempo de mirar e investigar y buscar cómo era el hombre en verdad en su pecho. En aquel tronco que yo veía.
Miré y busqué y ví y seguí haciendo. Pero ya no podía soportar esa visión más sobre mí sin poder compartirlo.
Allí estaba el gigantesco insecto. 

El gigantesco insecto sobre su pecho.
Y allí marquélo, coloreélo.
Su esternón, las costillas, las clavículas.
Aquello era un insecto, una especie de coleóptero de proporciones descomunales en el transcurso del tiempo.



Allí, en todas las señales de las distintas energías del tiempo estaba el gigantesco insecto sobre su pecho.
Exoesqueleto sobre el árbol. Trepando, subiendo.
Entre los soles. Entre el sol y la luna.
Debajo de las ramas del árbol estaba el insecto sobre su pecho.
De toda esa onda surgiente del tiempo.
En sus costillas. En sus recuerdos.
Huesos parlantes, antenas.
Ojos y ondas en el tronco del árbol.
Pareciálo. En verdad lo parecía.
Entre una onda y otra.
Las clavículas retorcidas como dos antenas.
Prolongación de los brazos.
Sentir entre dos soles. 
Allí el esternón, cubriendo el corazón y el viento.
Allí sobre el esqueleto.
En el hombre.
Sus tripas estaban donde estaban las tripas.
Su ombligo donde estaba el ombligo.
Allí en toda esa carne del tiempo.
En las carnes blandas.
Guiadas por el amor y el hacer del viento.
Antenas, parasoles, arcos retorcidos, arcos doblados, clavículas retorcidas.
Rama y pestaña.
Historia sensible en el tiempo.
Del sentir.


Allí los esquemas sobre el mapa.
Las posibilidades eran posibles.
Sobre su espalda.
En los arcos y las ondas de todo este caminar de formas.
Las formas.
Las ondas las olas las redondas.
Los arcos y los puentes en la corriente.
Toda la corriente ascendente.
De este subir, y ascender, y amar de toda la escalera.
De todo este crecer y ser.
Allí estaba toda la escalera, también.
En toda su espalda.
En toda su cola, su onda y su huella.
Allí tenía el hombre una espalda que más bien parecia una espina.
Una raspa de pescado como raquítica.
Una suerte de escalera de ondas. Huesudas. Endurecidas por el tiempo.
De todas las ondas ascendentes.
Y entre la raspa de pescado de su espalda y su insecto sobre su tronco se alza el hombre.
El tronco con las ramas, los ojos, la boca y la lengua.
El hombre entre una raspa de pescado y el exoesqueleto de un insecto.
Allí se mezclan las carnes.
Las ondas sobre las zonas en el mapa.


Allí todo compendio de ondas y señales y formas.
El insecto con sus gigantescas alas.
Cual mariposa.
Sobre la espina, la raspa, la columna, las ondas rocosas del tiempo.
La espalda.
La espalda del tiempo.
Sobre todos sus huesos y sus brancas.
En el caminar del hombre en el tiempo.
De ese hombre como con capa, con alas y cola.

Boceto hombre 01. En mitad de la onda. Las alas, la oreja y el pendiente. De nuevo el tronco. (Bloque 13)


Quité las señales.
Me centré en su mente.
En el límite humano de su simetría.
Aquello estaba regido por algo.
Aquello que creaba la simetría y marcaba los límites.
Los limites del hombre.
En todo este subir y bajar de ondas.
Colores y formas del brotar y surgir.


Y arcos.
Arcos negros, arcos blancos.
Entre colores y formas.
Los soles, los ojos las sombras con formas.
Siluetas ideas y formas de todo este surgir.
Ondas.


Mas arcos, mas pestañas, mas colores, más formas.
Entre los músculos, grises y claros, formas.
Ondas y olas y viento y formas.


Bajo un corazón símbolo de vida que se genera por el amor.


En todo ese tronco, en todo ese árbol.
En el tronco, en la cara, en los ojos, en las ondas y olas.
En los signos, y señales.
En las ondas de la savia del árbol.
Esfera con dos ojos.
Oído y viento.


Entre las ondas de los vientos los soles y las lunas.
Entre las ondas.
Las gotas.


El sol el pez y el ojo.
Rojo, rosa.
Suela y palma rosa.
Boca rosa.


Las olas en la onda. Onda tras onda.
De esa gran cola. Sobre el pez.
Remolino de viento.


Del oído. Con el pendiente. En la nube y el viento.
La esfera de la silla. La gota. Y la otra gota.
Allí. En el tiempo y el momento.


¡Oh árbol! ¡Oh todo tu gran árbol!


Del que toma y da.
Tú, mente y mitad.
En todo este caminar de vida.
De ondas del viento y el mar.

Boceto hombre 01. El hombre y su proceso en el árbol. El momento y el delfín. (Bloque 12)


Tenía allí colocado al hombre.
Con todas las señales a su lado.
No sabía si todo eso iba así colocado pero parecía ser cercano al concepto verdad.
Toda la semilla de todos los seres con sus distintos haceres, momentos, tiempos, resultados, provechos.
Todas las velocidades.
Sabía que aquello era humillante.
Desnudar al hombre. 
Hablar de la semilla y pintarlo con semejantes colores y formas.
Pero todo aquello no dejaba de ser un compendio de distintas presiones y colores sobre una superficie.
Todo aquello estaba unido con el todo.
Y en aquella locura de colores formas y símbolos seguí pintando las energías.
Y cómo suben y bajan.
Y hacen y forman y contornan.


El labio que subía. el arco que lanzaba.
La boca que soplaba. Los ojos. Los soles. Las lunas.
Las fuerzas. Las ondas. La gota disparada.
Y todo el entorno con las ondas. Con el momento.
Ya no podía dilatar más aquel momento.
Debía fraguarse como lento instante del tiempo.
La idea.
Todo aquello que sube y si no sube cae. 
Y rodea.
Circunda, inunda.
Aquella primera onda de color rosa de suave tono del principio.
Su forma. Su idea.
El concepto.
Global.
Como una nube o idea u onda.
Onda deformada.
Sombra.
Las ondas me llevaron de nuevo al triangulo y la pirámide.
Y sus brazos.
En la onda que surgía de las ondas descendentes.
La historia.
Y allí el hombre, sobre la onda.


Con esa como pequeña cabeza en sus pies.
Le puse un círculo. Como un ojo.


Y todas esas ondas subiendo y bajando.
Ascendiendo y descendiendo.
Sobre las aguas y los mares.
Fluidos blancos. Fluidos azules.
Fluidos rojos.

Los árboles y las nubes y las ondas de las olas y de los vientos estaban por todas partes.


Ola tras ola. Onda tras onda. Cual escama.
Cual concha. Cual ola.


Onda como una cola.


De todo este azul. Y gris.
Allí aquel hombre.
Al que le surgió un pene que le llegó al corazón.
Guiado por el amor.
Y del corazón una flor. Una boca.
Un árbol de vida.
Escupitajo verde de los árboles, de las plantas.
El árbol, el búho, el gato, el hombre.
Y ese pez, esa beluga, ese delfín.
A sus pies, bajo la onda de su huella.
En la huella de las ondas.


Corazón.
Ese como pez entre todos esos vapores y flujos y aguas.
Allí a los pies del hombre.
Con todas las señales del árbol.


El pez y sus aletas. 
Los salpicares del aire, de las aguas y el viento.


De aquel hombre hecho de dos mitades y una semilla que brilla.
La mente del hombre.


Su por qué.
Todo su camino y su pecado.
Salidos de un corazón que brota.

Boceto hombre 01. Las señales sobre el mapa. Había, debía, tenía, podía. (Bloque 11)




No podía más.
No tenía ningún sentido pintar a un hombre.
Existían multitud de imágenes del hombre. Sobre el hombre.
Nada aportaba más de lo sabido.
Había que seguir buscando.
Y buscar aún a costa del absurdo.
Había. Debía. Tenía. 
Podía colocar las imágenes obtenidas de los flujos energéticos sobre sus partes.
Sus zonas. Sus lugares.
Para ver el resultado.
Todas las señales obtenidas sobre el mapa.
Allí expuestas.
Sobre el mapa.


A ver. 
Las energías que fluyen.
El sentido de esas energías en toda esta escalera.
Con ese pecho duro cual tronco.
Con dos huesos retorcidos. Como dos ramas.
Dos cejas. Dos grandes cejas.
Sobre los ojos del pecho.
Del que salen dos músculos con un tramo de escalera.
Marcaré las distintas zonas con colores intentando aproximarse al concepto de las fuerzas que rigen esos mecanismos.
Rosas y rojos parecen adecuados para simbolizar las pasiones que acompañan a esas energías.
Energías en zonas blandas.
Energías en zonas duras.
Energías rápidas. Energías lentas.


No puedo pintar con las señales.
Las pondré al lado.
Allí brotaba la savia. Por el árbol.
Por el tronco del árbol.


Las proporciones no encajan.
A ver.


Así.
Energía común como base.
Energía masculina, energía femenina.
Energía común.
Energía masculina, energía femenina.
Energía común.


Allí el sol y la luna alrededor del tronco y de sus ramas.
De todo ese ser mapa.


De todo ese formar una onda. 
Sobre todas las señales del camino.
La energía rosa del amor que daba vida.
La energía sobre las señales del camino.


La vida lanzaba energías ascendentes que formaban vida sujetas a la atracción del amor.
Fluidos surgientes. Acuosos.


Energías palos y señales en el camino.


Formas. Capa de colores. Energías.
Formas materiales. Circunstancias.


En las señales de los soplares e insuflar vida.





jueves, 10 de julio de 2014

Boceto hombre 01. Comenzar de nuevo. (Bloque10)



Decidí volver al color de la tierra tenue y suave.
Centrarme en esa realidad al menos.
Partir de algo lo más real posible.
Aquel boceto.
Venga.
Otra vez.


Pensé de nuevo en las formas y en hacer sencillos diseños con su forma.
Quizás saliese algún diseño.
Parece como que las formas tiran así.
Las fuerzas.


Otra vez. 
Atrapado en esa forma.


En la luz y el contraste.


Pensé en volver al azul de la forma más natural.
Como las otras veces me refiero.
Pintándolo.
Al menos podía salir un personaje interesante de ver, pensé.


Pero no pude dejar de pensar en el corazón allí debajo.
Escupiendo sangre todo el rato.
Soplando. Como respirando sangre.
No podía dejar de pensar en la planta.
Y en la semilla.
Y en el árbol.
Y en el respirar entre como dos ojos.
Entre dos ojos de un gato enfurruñado.
Tapelo. Cubrilo. Suavicelo.


Entre dos soles de luz.
Visibles a la luz dos sombras.


Surgidas de la semilla.


De una semilla que bascula según las circunstancias.
Entre esos palos.


Semilla de vida. 
De cruce y de remolino y de viento.
Entre dos soles. 
Entre dos luces y sombras.


En la boca de los labios del comer y del tiempo.
Símbolo de toda semilla.

Todo eso allí sobre el hombre.