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viernes, 2 de enero de 2015

La bella Azofaifa, el váyase usted a la mierda y el mejor de los casos.






Se dio el mejor de los casos.
El mejor de los casos se dio en mi escrito anterior y allí vino alguien a poner la manita hacia abajo.
Allí vino el acosador o el Nerón o el César de turno con su voluntad decapitadora a colocar su manita hacia abajo.

¡Oh, Azofaifa, mi bella Azofaifa!


No importa qué se diga o qué hagas. Siempre está el insensato gracioso dictaminando la voluntad de lo absurdo. Haciendo la gracia sin gracia. La absurda y mezquina gracia de la ignorancia, triste mundo.
¿Qué hará la noche sin día y el día sin noche?


¡Oh Azofaifa, mi bella y dulce Azofaifa!


¿Acaso esa fue tu venganza, Don  Mendo? ¿Acaso tu larga y fría venganza llegó hasta allí?
¿Hasta el váyase usted a la mierda? Pobre adulador. Pobre día de la noche en la noche de la venganza. La venganza de Don Mendo.


¡Oh Azofaifa, mi dulce Azofaifa!



¿Qué más da una "o" o una "a"? Si la mentira  mora entre el amor. No hay Roma, ni ramo que acalle la noche del día. La noche de la venganza en el día del adulador. No hay voz ni verdad sin una tos o ruido que afirme la veracidad de la verdad con la mentira. Siempre tose el insensato y la noche al día.



¡Oh Azofaifa, mi bella, dulce y amada Azofaifa!



Allí moras tú mi luz, en la noche. Pero aún así tose la noche a la luz. El hombre hizo la luz para no sentir lo oscuro de la noche y aún así allí mora la triste ignorancia. La triste pena del absurdo. No hay verdad respaldada. No hay verdad pronunciada que no reciba su venganza. Venganza de venganza. Escalada de requiebro. Absurda y triste venganza.



¡Oh Azofaifa, mi amada Azofaifa!



Y el mundo seguía al revés. Encapsulado en su conocida mentira. Sin poner solución a tan maño error. A tan gigantesco absurdo. Todo aquello recaía sobre nuestros hombros. Mezquinos. Culpables. Culpables todos. Cómplices. Cómplices de la mentira. Segadores de la Providencia en la Providencia divina. Cómplices de la mentira y la venganza y la muerte. Todos.



¡Oh Azofaifa! Al final tú también te quedaste sin tu Don Mendo. 
Mi bella, dulce, amada y ahora sola y triste Azofaifa.


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Complices.
Óleo sobre tabla.