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domingo, 20 de septiembre de 2015

Yo y mi circunstancia. La piedra que emitía luz. Burbuja 23. En 2D. Dibujos. Dibujos. El tiempo o la vida. Otras soluciones o ideas.



Estos fueron los dos primeros gifs o dibujos animados que hice y que adornaban la primera página web que tuve donde pude mostrar mis cuadros, dibujos y algunos escritos. 
Creo que hace ya casi 20 años de eso.


Yo:




Y mi circunstancia:











En realidad mi circunstancia era la cabecera de la página y su color de fondo era más claro. 
Ella hablaba del ser humano. Ese otra vez, otra vez continuo.



Mientras tanto y de forma automática, cuando se cargaba la página, sonaba esta canción:









Parece que todo es un verdadero repetirse sin aprender.
Ahí nacen nuestros hijos, en este nefasto mundo que hacemos.
Ahí nuestra soledad y esa culpa que parece que arrastramos en este girar y caminar sobre el polvo.
Ellos tendrán una vida mejor, pensamos. Pero al poco, los regalos y las buenas intenciones se convierten en malestar y el niño, creciendo, comienza también a arrastrar su culpa que en realidad es la nuestra, la de todos y cada uno de nosotros. 
Nuestra circunstancia circundante. 
La misma. 



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Entre el anteayer, el ayer, el hoy y el mañana, todavía escribí alguna especie de burbuja que más bien parecía la tos de un viejo fuelle infectado. Tanto humo aspiraba.

Dubitativo, errático. Tropezando una y otra vez con la piedra. Andando sobre ella, sentado sobre ella.
Escribiendo en la piedra transformada que ahora emitía luz.
Pero todos ciegos.



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Burbuja 23.





Creo que disfrutarán y algunos se sorprenderán grandemente navegando por este enlace relacionado al que pude acceder recientemente visitando a unos amigos. Gotas de sabiduría mundial. 




Gracias.

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Pero en realidad allí solo escribí:






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En 2D. Dibujos.


No sé si se daban cuenta, pero dado el tamaño de las cosas conocidas u observables y considerando que vivíamos entre una franja de apenas una decena de kilómetros, nosotros parecíamos en verdad seres en  2D, al igual que aquellos dibujos que aparecían grabados en las grandes piedras.


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Dibujos. El tiempo o la vida. Otras soluciones o ideas.



Decía que entre el anteayer, el ayer, el hoy y el mañana estuve también leyendo.
Hacía días que leía a otros que pretendían hacer "otras políticas".

La cuestión era que en el trascurso del tiempo, aquel que se alargaba y estiraba para permitir todo lo hecho, otras personas pensaban cosas semejantes y se cuestionaban y preguntaban acerca de ellas con otras palabras pero con un parecido afán.
Allí parecía que había alguien que interpretaba las cosas que veía de forma parecida a la mía en algunos casos, y que con otras palabras, como digo, aquellas que él había aprendido durante el trascurso del tiempo, escribía acerca de cosas semejantes a las que a mí también me acuciaban.
Muchos nos preguntábamos por todo tipo de cosas en el transcurso del tiempo. Todos éramos piezas de un gigantesco puzle temporal.
Mi pieza, la que correspondía a mi firma, al yo, estaba cargada de imperfecciones de todo tipo. Me era difícil distinguir en ella alguna capacidad que mereciese la pena. 
Todas las piezas parecidas a mí en el tiempo habían crecido y parecían serias, seguras, robustas en su proceder. Endurecidas por ese tiempo.
Difícilmente veía en ellas signos de debilidad.
Actuaban como adultos y apenas o incluso nunca había visto derramar una sola gota de agua a través de sus ojos.
Su cuerpo traspiraba por todas partes, pero sus ojos, aquellos que estaban cubiertos por el agua, la contenían imperturbablemente con los diques de sus párpados y pestañas.
De allí no salía nada.

Yo sin embargo andaba como roto, y aunque el tiempo debería haberme dado la capacidad de controlar mis diques como adulto, desparramaba agua a raudales a todas horas.
Tenía incontinencia sublimada hasta el absurdo en mi propia concepción de las cosas. 
O no, tan grave era todo.

Quizás, solo podía soltar todo aquel manar de cosas que veía y sentía de aquella forma y así lo hacía.
Dando rienda suelta al incontenible brotar.
Cual niño desconsolado.

Alguien a quien quería mucho me había dicho en alguna ocasión que lloraba tanto que dejaba charco.
Naturalmente exageraba. Eso era cuando yo era joven en el tiempo.
Ahora, en el sumando de la entera circunstancia podría decir que más que charco era ya charca y que en ella podrían haber nacido hasta ranas o incluso haber nadado hasta patos.
Tanto manaban aquellos grifos que eran gafas.

Curiosamente, y dentro de las raras cosas que pasaban en el mundo, en la circunstancia circundante, algunos dibujos se habían hecho eco de tales cuestiones, y allí aparecían de vez en cuando imágenes que representaban de forma semejante tal asunto.
Seres dibujados por los que manaba agua a través de sus ojos en forma de surtidor. Cual fuente inagotable de sentimiento milagroso.

Tan extraño era todo.

Mi forma como pieza de puzle era semejante a todas las otras. Nada especial parecía que tenía aparte de esa extraña cualidad lacrimal continua. Ese eterno sentimiento de culpa y pena.
No sé si el ser un iluso, como alguno me consideraba, podía ser una cualidad cercana a la virtud o el ser un ideólogo, como otros decían acerca de mí, podría así considerarse, pero a mí me era difícil ya a estas alturas encontrar algo digno de mención y semejante a virtud y que fuera en mí destacable de mención entre todo este gran tumulto de personas y polvo que pisábamos.


Todo esto creo que impedía que me relacionara y actuara de una forma convencional y aceptable con mi entorno.
¿A dónde iba a ir con mi sentimental brotar de agua?

Aún viviendo en este planeta azul.


Algunos de aquellos, decía, aquellas otras piezas de este gigantesco puzle, se preguntaban cosas parecidas a las mías y yo, con mi absurda ilusión imaginaba respuestas o soluciones.
Así leía cosas como esta: 


Que me llevaban a esto:



Y veía cosas como esta:



Que me enlazaban con esta silla de transmisiones en el que estaba sedente.
Con aquella silla de trasmisiones que había sido entrada de este blog.
Que me enlazaba con la correcta colocación de las cosas, del mapa mundial y de la incongruente actitud de muchos de nosotros para con la verdad.


Y lloraba y lloraba presa del incontenible desconsuelo por el todo circundante.
Sobre la gota. En aquella gota. A través de la gota.

Allí o así mi polvo petrificado y sedente dejaba pasar el agua de la gota a través de él.
En todo este trasformar de las cosas.


Y me ponía a leer cuando así podía:


 Y la ilusión me hacía concebir soluciones absurdas o esenciales. Y se me ocurrían cosas como que además de todas las antes dichas o escritas por aquí y por allá debería ser necesario que al igual que existe una organización llamada médicos sin fronteras,  si no sería aconsejable o adecuado, a forma de comienzo, el crear otras y diversas organizaciones para otros relacionados menesteres.
Siendo así que el ingenio en la ilusión de mis ideas para con lo circundante concebía organizaciones como Transportistas sin fronteras o Constructores sin fronteras o Agricultores sin fronteras y todo tipo de organizaciones que fueran necesarias para poder ir enderezando toda esta locura que nos acontecía dentro de esta giratoria e impulsada o impulsante gota de agua.

De esta forma, quizás, la concepción y puesta en marcha de distintas entidades preparadas para distintos fines podrían actuar de forma primorosa y adecuada en favor de las necesidades creadas.

Aquellos que sufrían podrían ser atendidos en sus particulares sufrimientos de igual forma que llamamos a un fontanero cuando tenemos un escape de agua repentino.

Estas distintas organizaciones podrían trabajar de forma coordinada para subsanar las distintas emergencias que se dan por el mundo. Terremotos, evacuaciones, incendios o cualquier tipo de penalidades que nos aquejan.

Siendo además que se podrían crear a raíz de sus actuaciones, asentamientos con todos los servicios necesarios para la integración entre unos y otros.

Si las organizaciones dispusieran de las mejores y últimos avances en cada una de sus facetas, éstos podrían ir mejorando de forma paulatina pero constante la vida y entorno de los que primero padecen.


Supongamos un espantoso corrimiento de tierras que hace desaparecer un pueblo bajo el lodo.
La actuación temprana y conjunta de uno de estos servicios globales haría que con la ayuda de los cooperantes más los afectados se creara una nueva y colindante apropiada zona de vida donde florecerían nuevas edificaciones repletas de nuevos y modernos servicios.
La ayuda del conjunto de las especializadas organizaciones más los allí residentes crearían un nuevo foco de esperanza trabajando de forma conjunta entre unos y otros, aprendiendo y empatizando entre ellos, para que los siempre y primeros afectados por sus míseras condiciones de vida consiguieran ser los primeros favorecidos por la ayuda y cooperación del resto del mundo.

Siendo que, por ejemplo, Transportistas sin fronteras dispusiera de vehículos marítimos, aéreos y terrestres con capacidad para trasportar tanto a personas como enseres y cosas cualesquiera por todo el mundo. Constructores sin fronteras dispusiera de las personas necesarias, ingenieros, arquitectos, trabajadores de la construcción todos ellos dispuestos y capacitados para construir cualquier cosa que fuera menester. Esta organización podría trabajar de forma coordinada con diseñadores o plantillas previas de trabajo que irían acomodándose y perfeccionándose para cada situación yendo siempre en busca de la mejora con la implantación de arquitecturas sostenibles y energéticamente viables. Agricultores sin fronteras estarían en disposición de crear entornos cultivables apropiados o podrían ejercer capacidades de reforestación tras incendios u otras calamidades similares.
Bomberos sin fronteras podría ser otra organización que actuara de forma temprana trasportando personal de forma inmediata a dónde fuera necesario de forma más eficiente y agrupada.

Toda esta forma de proceder y actuar haría que poco a poco aparecieran profesiones nuevas y que la gente tuviera trabajo en favor de una mejor convivencia global. La aventura, los viajes, los traslados, el ansia de mejora ante las adversidades naturales serían un incentivo integrador mundial creando nuevas relaciones con capacidades hasta ahora desconocidas por nuestra actual forma de vida. 

Esta forma de actuar crearía sin duda la sensación de ir en pos de un correcto proceder.
Un sentimiento necesario para que todo este arrastrar y pisar polvo fuera lo más placentero posible.