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viernes, 6 de noviembre de 2015

Burbuja 25. Sobre la democracia. Sobre la educación.




Cambié de tercio y me fui con la música a otra parte.
Escribí en otros foros, en otras políticas. En asuntos de todos. Entre sabios. Entre doctos.
Sedente.



Sobre la democracia.


http://www.otraspoliticas.com/politica/es-la-democracia-el-mejor-sistema-politico




Hace poco que les descubrí y solo puedo que felicitarles en cuanto al trabajo que aquí realizan expresando sus opiniones e ideas sobre lo que nos acontece día a día.
No puedo dejar pasar la oportunidad en éste, mi primer comentario, en mostrar mi admiración hacia muchos de los que aquí escriben por sus conocimientos e indudables buenas intenciones.

Yo no dispongo de sus dilatados conocimientos, pero sí que creo que comparto con ustedes esas buenas intenciones que se perciben al leerles y además dispongo, o así lo creo, de imaginación. Tristemente mi oscilante voluntad debida a mis humanas debilidades y a la reiterada desazón encontrada, me han ido convirtiendo en un inconstante productor de mediocre calidad.


Aún así, con esas, mis mejores intenciones, me dirijo a ustedes con el ánimo de aportar ideas sobre este particular tema en el que hace tiempo me detuve a pensar con un ánimo semejante al suyo (no es la primera vez que esto ocurre).

Leo muy interesantes aportaciones por parte del autor y comentaristas y muchos de ustedes se preguntan en cómo eligir al mejor.

El mejor viene impulsado por las personas que lo rodean.
El mejor siempre destaca por uno u otro motivo y por eso finalmente se erige como tal.

Existen diferente mejores para cada caso. A los mejores los elige el régimen de estudios que cada uno, de forma más o menos voluntaria escoge, y éstos son valorados a través de su profesorado. No puedo entrar a valorar ahora en profundidad en éste apartado el sistema educativo que por otra parte es ampliamente tratado por ustedes en muchos artículos, pero dada la actual concepción de los hechos, las distintas opciones sobre las distintas ramas del saber van tamizando a los mejores o más hábiles en cada una de esas ramas, para al final tener un sistema valorable de quién está más capacitado en cada caso.
Se puede decir que los maestros escogen a sus mejores discípulos.


El actual sistema educativo proporciona una lista de los más hábiles de entre todos nosotros para obtener buenas calificaciones.
Esto no es que sea perfecto, ni tan siquiera es mucho, pues existen multitud de variables que surgen a cada momento y que pueden convertir al mejor o más capacitado estudiante en un negado en el momento de poner en práctica los conocimientos aprendidos.

En definitiva, el mejor estudiante no tiene por qué ser el mejor entre ellos.

El mejor estudiante en medicina no tiene por qué ser el mejor cirujano pues para ejercer la cirugía se necesita de una especial delicadeza que los libros no enseñan.
El mejor estudiante de arquitectura no tiene por qué ser el mejor diseñador de espacios habitables, pues para ello se requiere de creatividad y un añadido concepto de crear comodidad hacia las personas que habiten esas construcciones y esa creatividad tampoco se enseña en los libros.
El mejor estudiante de derecho, no tiene por qué ser el mejor abogado o juez, pues quizás le falte la empatía o el superior concepto de Justicia para así obrar en consecuencia en cada caso.

Es decir, a los mejores no los elige el sistema educativo actual si no el posterior y continuado día a día de la vida y una capacidad difícilmente valorable que cada persona tiene o consigue durante ella.


Aún así, a los mejores los reconocen las personas que los rodean.


A los mejores los aúpan los propios partidos políticos, en éste caso, haciendo de ellos líderes de opinión es sus propios partidos. Ya sea por su honestidad o por su capacidad interpretativa para convencer y hablar en público. Al menos así había sido desde siempre.
Aquellas personas que eran más capaces en argumentar sus ideas y convencer de la idoneidad sobre ellas eran los que destacaban políticamente sobre los otros convirtiéndose así en los mejores.
Los mejores, inevitablemente, no consiguen ser tales con argucias engañosas, ni mentiras o ánimos lucrativos particulares, si no que los mejores, o mejor dicho, la excelencia de llegar a ser el mejor en algo se consigue a través de la veracidad y honradez de lo que impulsa a la persona.
No existe otra forma de conseguir llegar a ser el mejor si no en la búsqueda del bien común de forma honrada y veraz, puesto que cualquier otra disquisición o planteamiento se vería descubierta como engaño particular en favor de unos pocos y en detrimento de muchos.

Es así que nuestra actual sociedad se descubre como un continuo engaño y un continuo malestar palpable en todos los ámbitos que nos acontecen.
El bienestar se ha arrinconado cual punta piramidal en unos pocos para desparramarse hacia la multitud en forma de todo tipo de penurias.
De ahí las continuas quejas y el continuo malestar de nuestra sociedad siglo tras siglo.
Solo la violencia y la continua publicidad que sufrimos sobre ella como un "mal necesario", hace posible que esta forma de vida parezca ser viable y contenible sin tan siquiera acercarse a la realidad y el bienestar del que la entera humanidad debería disponer.


Pero volviendo a lo que aquí nos atañe, no se concibe que a cualquier persona de forma aleatoria se le pregunte cuál es la profundidad idónea o velocidad a la que un submarino nuclear debería navegar para poder atravesar cualquier zona marina.
Tampoco se concibe el preguntarle a cualquier persona elegida al azar a qué velocidad y altura es necesario desprenderse de los cohetes impulsores de un transbordador espacial que pretenda alejarse de nuestro planeta.
Tampoco sería aconsejable, ni honrado, ni inteligente, preguntarle a cualquier persona elegida al azar entre los pobladores de nuestro planeta sobre la cantidad de forjado así como las cualidades que éste debe tener para que un pilar en concreto de un puente tenga la resistencia adecuada.

Cualquiera con la suficiente honestidad, un niño, diría, no lo sé.

Es así que todas estas disquisiciones me llevaron a plantearme algo parecido a lo que a ustedes aquí les trae.
Algo así como si la democracia es en verdad el mejor sistema político y cómo podría mejorarse.

Sin duda, después de este largo introito, algunos de ustedes habrán intuido cual fue mi posterior conclusión.

¿Acaso podríamos dejar de forma honrada y honesta la elección del mejor o la idoneidad de cualquier sistema del que dependa nuestro bienestar en manos de todos?
¿Acaso dejamos en manos de nuestros niños o bebes u otras personas incapaces de distinguir esa idoneidad el bienestar de todos?
¿Acaso no delimitamos en forma de mayoría de edad, entre otras, esa capacidad para saber que quienes eligen sobre el bienestar de todos lo hacen de forma apropiada o con unos mínimos garantistas?

¿Es eso suficiente?


¿Le preguntaríamos a una persona que cumpliese estos requisitos mínimos por la calidad y composición de los materiales para fabricar un puente?

Nadie con la suficiente honradez diría que eso sería adecuado.
Nadie con la suficiente honradez pensando en el bienestar de los demás dejaría que eso ocurriera.
Nadie dejaría que su hijo recién nacido votase al tun tun sobre una de las opciones posibles pues no se trata del derecho a decidir, si no del derecho a ser bien conducido.
Por eso no dejamos que los recién nacidos voten. Por eso establecemos una mayoría de edad como un mínimo garante.
No dejamos que nuestros recién nacidos voten porque entendemos de forma inmediata que no tienen las suficientes capacidades para elegir lo mejor para todos.
Él mismo, al crecer cuatro o cinco años y en su honradez de niño, si le preguntáramos a quién votaría para conseguir el bienestar de toda la sociedad, diría que no lo sabe y si eligiera a alguien, cualquier adulto al contestar de forma honrada podría decir que lo hace en base a criterios que nada tienen que ver con el verdadero fin del voto.

Así vemos y podemos entender fácilmente que la mayoría de edad no garantiza de ninguna forma que el votante sea una persona capacitada y conocedora de las distintas opciones para conseguir que el mejor dirija el destino de todos o simplemente que la mejor opción política sea la finalmente elegida.

¿Quienes entonces son las personas mas adecuadas para elegir al más adecuado dirigente?
¿Acaso no son los mejores entre los mejores los que paulatinamente van eligiendo al mejor?
Los más responsables y adecuados ciudadanos son los que primero eligen. Los más implicados y mejores parlamentarios son los que eligen finalmente a sus dirigentes.

¿No sería acaso adecuado y honrado por todos los capacitados delegar la potestad de voto en los mejores, más implicados y más responsables de entre todos?
Parece ser que sí, que así lo hacemos.

¿Por qué pues no dejamos que realmente sean ellos quien lo hagan?
¿Por qué de forma honesta no dejamos que voten solamente aquellos que demuestren que están capacitados y saben o conocen cuales son las distintas opciones de la elección?



Es así que finalmente, en aquel momento en el que me detuve a pensar sobre todas estas cosas, llegué a la conclusión de que sería quizás necesario avanzar en democracia para conseguir el mejor gobierno y que la forma de avanzar para conseguir al mejor en cada momento debería ser que quienes opten al voto sean realmente conocedores de lo que votan y no lo hagan de forma semejante a la que un niño pueda hacerlo.

Quizás la forma de llegar a esta nueva fórmula de voto sería exigir mediante un pequeño cuestionario que las personas votantes son conocedoras de las distintas opciones a elegir así como de las cualidades o características de cada una de ellas.

¿Habrían más votantes?¿Habrían menos?

Pues no lo sé, pues en mi propuesta eliminaba el actual límite de edad para el voto, siendo que la verdadera voluntad y las ganas de conocimiento o implicación de los votantes determinaran finalmente ese derecho a voto.

Así sabríamos al menos que quienes votan lo hacen con conocimiento y de forma implicada en la causa para conseguir un mejor gobierno, los posibles electos sabrían que no podrían engañar con simples argucias o falacias a los votantes o que sus bienintencionadas propuestas no son finalmente contraproducentes o erróneas para el conjunto de la sociedad y el total de la población sabría que quienes se encargan de todos estos menesteres son personas todas ellas capacitadas para ello: Para elegir al mejor o la mejor opción de gobierno.

Todo esto no es la panacea pero sin duda sería una forma de comenzar a saber que las cosas se intentan hacer cada vez mejor.


Añadiría, que en mi primaria intención para conseguir todo esto y evitar posteriores y jerárquicos beneficios de los implicados, me permitía plantear la idea de la necesidad de separar por completo al poder económico, la riqueza del conjunto de la sociedad, de dirigentes, posibles votantes y no votantes.
Así la riqueza de toda la sociedad estaría separada por completo de todos nosotros perteneciendo a todos nosotros.

¿De qué forma?
Siendo esta sencillamente dirigida de forma autónoma por un nuevo grupo de personas adecuadas para tal fin.
Algo así como “Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios”.
Siendo "César" la riqueza de la sociedad, y "Dios", el honrado e idóneo dirigente.


Un saludo a todos.





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Sobre la educación.



http://www.otraspoliticas.com/politica/educacion-en-el-nacionalismo




Nos hemos salido del mapa y todavía somos incapaces de comprenderlo.

Parece que todavía estamos adormecidos o medio atontados viendo la inmensidad del océano sin apenas reaccionar.
Balbuceantes ante el gran descubrimiento.
Balbuceantes ante la linea horizontal que en realidad es arco y segmento, y ni tan siquiera vemos la flecha pues estamos sobre ella.
Pisándola. Pisándonos.


Parece que todavía no somos conscientes de lo que vemos. Todos siempre mirando a la luz como embobados.
Y cuando cansados de tanta luz la penumbra nos conduce a la oscuridad y a cerrar los ojos para descansar de tanto ver, entonces soñamos en nuestro interior con cosas increíbles y tan imposibles de concebir que las olvidamos rápidamente como si fueran producto de una mente demente o desequilibrada.
Aún así, allí en la penumbra y la oscuridad de la mente, nos reponemos y descansamos para al día siguiente hartarnos de nuevo de luz.

Me pregunto que pensarían aquellos que en el volviendo los grandes descubridores que surcaron los mares de éste nuestro planeta escucharon atónitos las historias por aquellos contadas.
Cómo reaccionarían ante el saber que detrás de aquel horizonte de inmenso mar había gente y tierra y árboles y vida. Y cómo todo esto fue sabido por todos los que la tierra conocida por aquel entonces poblaban.
Me imagino allí, a la primera linea de hombres y mujeres, de mujeres y hombres ante la orilla del inmenso mar mirando conocedores de aquello que allí al fondo había con la todavía multitud de personas a sus espaldas ciegas e ignorantes de tal hazaña y descubrimiento.
¿Cómo explicarles? ¿Cómo esparcir aquella sabiduría a todos?
¿Cómo hacerles partícipes de todo aquello que la linea del horizonte escondía?
Pasan los años y seguimos patidifusos intentando delimitar los conocimientos que en realidad poseemos para que las filas posteriores de agolpados ante la inmensidad del océano piensen que nada hay más allá.


Hasta el yacente y mencionado Heráclito se recompondría para poder gritar a viva voz: ¿Qué hacen con mi círculo convirtiéndolo en parcela?¿Acaso no saben ya que el círculo es esfera?


Digo que nos hemos salido del mapa para verlo y todavía somos incapaces de atestiguarlo y hacer partícipes de ello a nuestro hijos, a nuestras familias, a la entera familia que puebla la tierra que un día nos esparcimos y desdoblamos cual pensamiento y desde entonces no hemos dejado de buscar. Y que las ramas del árbol y el árbol en sí es tan inmensamente grande que mientras en un extremo de él es invierno en el otro es verano. Que el árbol dada sus proporciones y características actuales da frutos variados dado su tamaño y extensión, siendo que la Semilla es una y los frutos muchos pues el fruto de la Semilla contiene multitud de semillas a su vez.
Y todas tan variadas.

Todavía no sabemos ver que comenzamos a caminar hace muchos años y que de tanto caminar hemos dado ya tantas vueltas que hemos necesitado salir a constatar que estamos en un enorme círculo que es esfera y que parece ser la cosa más singular que conocemos pues es madre y a su vez padre de todos.


¿Cómo vamos a enseñar, cómo vamos a seguir enseñando a nuestra familia que la parcela es correcta y quién creería esa cosa como verdadera si la verdad es la que es?
Que todos nacimos aquí. Que todos somos diferentes pero iguales pues todos somos de aquí.

Hemos roto la frontera no sin dificultad. Hemos volado sobre ella rodeados de titanio y todo tipo de metales preciosos recogidos con afán día tras día por manos llenas de huellas sobre el barro de forma menesterosa. Hemos tejido batas de colores para ensamblar todas esas piezas y ropas para cubrirnos y no cejar en el intento de conseguir hasta el extremo de matar a quien se interponga delante, de conseguir digo, alcanzar el saber. Y ahora que lo tenemos, ahora que hace pocos años conseguimos vernos desde fuera del mapa ¿Vamos a seguir pensando en parcelas?

¿Acaso estamos ciegos del todo?
¿Cuál debe ser nuestro saber si no el del conjunto pues todos somos parte del conjunto?
Todos los frutos del árbol han buscado y participado. Todos han contribuido. Todos se han implicado y se han comprometido.
Todos los frutos nacidos han vivido y han sido y han estado. Todos han hecho. Todos.

¿Cómo todavía seguir enseñando en el error y en lo ajeno si todo nos pertenece?
¿Cómo y hasta cuando vamos a seguir tropezando en el error?

Muchos de nuestros hijos se sientan en las escuelas rodeados de diferentes y variados frutos del árbol. ¿Cómo vamos a explicarles solo sobre una rama en lugar de hablarles del entero árbol? ¿De sus ramas, de sus raíces y de su tronco? ¿De sus frutos?

Esta es la historia de un todo que se convirtió en muchos. De un todo que creó un paraíso tan excepcional que la vida y el hombre nació en él.
Así el ser humano comenzó a caminar sobre sus pies dejando huella de cada paso y acción para no perder paso ni huella de todos aquellos pasos.
Y avanzó por que todo avanza hacia donde se le da y toma. Así se esparció y pobló el entero planeta. El círculo y la esfera. Y salió a ver si así era y vio que así era.

Cuerpo sobre cuerpo. Vida sobre vida. Fruto sobre fruto del gran árbol de la vida.
Entre las aguas. Entre sus sudores y lágrimas.
Todos.













domingo, 25 de octubre de 2015

Nosotros.





Nosotros.


(Nosotros es la palabra).



Nosotros somos.
Nosotros hemos sido.
Nosotros hicimos.
Nosotros hacemos.
Nosotros estamos y estuvimos. Nosotros.
Nosotros o aquellos.
Nosotros.
Siempre somos nosotros.
Nosotros somos aquellos y los otros.
Nosotros somos y estamos y vivimos y morimos.
Nosotros.
Siempre nosotros.

Nosotros anduvimos, subimos y bajamos.
Nosotros abrimos y cerramos.
Nosotros.

Todos somos nosotros.
Todos siempre hemos sido nosotros.

No hay otros, ni vosotros, ni ellos. 
Solo nosotros.
Siempre somos nosotros.

Nosotros hemos soñado y hemos hecho.
Nosotros corrimos bajo el fuego y la lluvia.
Nosotros lo explicamos y lo memorizamos y escribimos y creamos.
Nosotros lo cambiamos.
Nosotros.

Nosotros nos amamos y soñamos que nos amamos.
Nosotros trascendemos.
Nosotros concienciamos y odiamos y arreglamos.
Nosotros enloquecemos.
Nosotros sanamos.

Nosotros miramos y comprendemos y nos unimos.
Nosotros sentimos.
Nosotros lo hicimos.

Lo hicimos nosotros.
Todos nosotros.

No hay otros.
Somos solo nosotros.


Nosotros. Los que vivimos y hemos muerto.
Todos nosotros. 
Negros y blancos, amarillos o de ojos rasgados.
Nosotros.
Todos nosotros con nuestras manos y las huellas y las lineas que cortan nuestras manos.
Todos nosotros sobre nuestros pies y las huellas y las lineas de nuestros pies.
Nosotros somos y estamos.
Nosotros fuimos y estuvimos.
Nosotros.
Siempre fuimos nosotros.

Nosotros hemos ido y venido. Hemos transportado.
Nosotros hemos cambiado.
Nosotros creamos.

Nosotros hicimos y nos levantamos y caímos.
Nosotros damos y tomamos.
Como todos.
Como todos nosotros.

Nosotros somos.
La suma de todos nosotros.
La suma del tremendo sumando de todos nosotros.

Toda partícula, todo átomo somos nosotros.

Todos somos nosotros.


Nosotros somos lo que vemos, lo que sabemos, lo que sentimos, lo que hacemos. 
Lo que damos y tomamos somos nosotros.
Todo somos nosotros.
Todos somos nosotros.

Solo nosotros.


Nosotros.

No hay otros.

Solo nosotros.

Nosotros somos todo.
Nosotros somos todos.
Todos somos nosotros.
Todo somos nosotros.




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Nosotros, nosotros y nosotros.



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Yo no puedo sin ustedes ser nosotros.

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¿Por qué nosotros?





¿Preferirían ustedes ellos? ¿O vosotros?
Nosotros es.

Nosotros siempre es.


Siempre es nosotros.



Esta entrada, por extraña que parezca es algo que repiquetea en mi interior desde hace mucho tiempo.
A través de todo éste blog, en mis escritos y pensamientos he ido explicando cosas y dando mi opinión sobre otras y siempre he sentido una carencia cuando debía o explicaba esas cosas que veía y sentía.
Esta carencia viene reflejada y queda escrita en la utilización de los conceptos diferenciadores entre las cosas cercanas y lejanas. Entre las cosas que me atañen y las que no lo hacen. Entre el yo y lo demás.

Pero fíjense ustedes que yo sin ustedes nada soy.
Yo soy yo por ustedes y por eso nosotros.

Yo puedo ser yo por todo, por eso nosotros es todo.

Todo es nosotros.




Yo no puedo sin ustedes ser nosotros.





Todo pensamiento sobre lo que me rodea es antes en mí pues en mí se produce la percepción.
Toda cosa dicha es antes en mí pues soy yo quien lo piensa y yo no puedo ser sin ustedes y el todo que me rodea.

Todo lo que me rodea llega a mí y en mí se produce la percepción de lo que me rodea.
Soy consciente del todo cuando lo percibo, no cuando existe por sí.
Es así que mi yo se forma en mi percepción de lo que me llega y lo que me llega es nosotros pues como parte de la tarta yo formo parte de ella.
Todos estamos unidos en el todo.

No hay otra cosa que el nosotros en el todo.

Algunos encontraran todas estas disquisiciones absurdas e innecesarias, pero en verdad es necesario tener y darse cuenta del nosotros.
Cualquier cosa es en el nosotros. Todo es en el nosotros.

Somos nosotros. Siempre hemos sido nosotros.
Siempre es nosotros.


Miren que cualquier cosa que diga sobre lo que me rodea primero es en mí, sea bueno o malo según la percepción de las cosas que cada uno tenga, pero primero es en mí si al nosotros doy algo en referencia a lo que tomo.
Lo que tomo es, o podemos decir que es ustedes, es decir, en principio algo ajeno a mí, pero al recibirlo, al ser consciente del todo o de una parte de ese todo, inmediatamente se produce el nosotros. Desaparece el ustedes puesto que al ser consciente del ustedes, el ustedes y lo ajeno a mi se convierten en nosotros.
Todo lo que sale de mí, digo, es decir de nosotros, primero es en mí al salir de mí. Todo lo que yo produzca o dé, es para mí, para nosotros, pero primero de todo, al salir de mí es para mí. Yo soy el primero en recibir lo que doy.
Así necesariamente todo lo que yo les dé será primero para mí en el nosotros por salir de mí.
Todo lo que yo les dé primero lo sufro o lo celebro en mí. Aunque finalmente lo que yo les doy es para nosotros necesariamente.
Para todos nosotros.
Si les doy mal, según mi particular concepto de las cosas, el primero en recibir ese mal soy yo para sufrirlo finalmente en el nosotros.
Si les doy bien, según mi particular concepto de las cosas, el primero en recibir ese bien soy yo para celebrarlo finalmente en el nosotros.

He ahí el trata al prójimo como desearías ser tratado, el amar al prójimo como a ti mismo.
No porque recibas o puedas esperar lo mismo de él o ellos, si no porque el primero en recibir lo que das eres tú mismo.
Si a alguien llamo idiota, el primero en escuchar ese idiota soy yo en mi mente y luego en mi palabra o acto.

Es así que el primer idiota en sentir el concepto idiota soy yo mismo que soy quien lo creó.
Yo mismo soy el que recibe, en primera instancia, lo que doy para el nosotros.
Pues al recibirlo yo, ya no es ustedes, ni aquel o aquello, si no indudablemente un nosotros.

Por eso es siempre nosotros.
Todo es nosotros.


Ahí mi afán en darles o mejor dicho darnos, o al menos intentarlo, todo esto. Sabedor además que todo lo malo que se puede producir en mí y se ha producido a través de éste blog y en mi vida, primero ha sido para mí.
Todo lo malo que he dado primero me lo he dado a mí.
Todo lo que quizás haya sido bueno, ha sido bueno para mí primero.

Sufridor primero del ustedes en mí. Siendo nosotros.

Todo lo malo que damos nos lo damos a nosotros. A todos nosotros.
Todo lo bueno que damos nos lo damos a nosotros.
Damos bien, tomamos bien.
Damos mal, tomamos mal.



Dense pensando en el nosotros, pues somos nosotros.
No hay otros ni aquellos. Solo nosotros.
Todo somos nosotros.
Siempre somos nosotros.


Cargado con mis debilidades  he intentado dar lo mejor de mí pensando en ustedes, en nosotros.



Así quizás se explica todo el llanto que acompaña este blog. Todo ese sentir lo malo en mí aún intentando dar lo mejor de mí.

También todo ese llanto de lo bueno.


Ojalá sepan ustedes en el nosotros hacer todo esto mejor que yo, pues yo poco soy y mucho menos sin ustedes.


Allí, agarrado a no sé qué.




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Se dice que los humanos conquistaron el fuego y así los humanos tienen esa victoria para sí. 
Se dice que alguien inventó la rueda y así el ser humano en su conjunto tiene esa victoria para sí.
El ser humano o un grupo de ellos consiguió surcar los cielos y el ser humano disfruta la victoria del uno o de ese pequeño grupo.

Es así que se entiende que si un humano comete error o indulgencia o desastre, el ser humano tiene y sufre y padece la derrota del uno.
Si un humano yerra y fracasa, es el ser humano en su conjunto el que fracasa.


Pero si un humano vence, todos vencemos.


Todos gozamos de la victoria de uno solo pues nos representa en el nosotros.
Todos debemos avergonzarnos de la derrota o el fracaso de uno solo pues en el nosotros nos representa.



Oh, señores, si solo ... paciésemos en paz un solo día, ¿Cuán grande sería esa Victoria?

...para el Nosotros.


Y si fuese un año o toda la vida...


Para todos nosotros.
Para Todo nosotros.








(Y mañana, Dios dirá).













domingo, 18 de octubre de 2015

En el sumando y al margen de los hechos hechos.






Cuando comencé a dibujar y a pintar todas esas figuras sin rostro tuve que ir de allí a aquí, en el entreacto.
En aquí encontré, en mis paseos, a quien intentó hacer cosa parecida a lo que pensaba que yo hacía.
Para fastidiar o qué se yo.
Pero nada tenía que ver lo que yo hacía con lo que querían hacer.
Solo querían aprovecharse o no sé yo.
Y así vi figuras parecidas a las mías pero que poco tenían que ver con ellas.
Creo recordar que era mujer quien las hacía y allí estaban expuestas.
¿Qué intenta? - pensé-, si tan siquiera se acerca.

Desde entonces y hasta ahora he ido viendo cosas.
Y oyendo.
Y sintiendo.
Pretensiones que pretenden no sé sabe muy bien qué.
Hechos sobre los hechos hechos con intenciones no se sabe cuales.


Y aunque la cosa no comienza ahí, ni mucho menos, pues otras cosas ocurrieron desde que los considerados muy inteligentes tuvieron a bien o a mal ponerse a plañir el arpa, aquí explicaré algunas cosas de las cosas e ideas de las que en este blog se hablan.




Surgieron todos los trajes en el buscando.
 Los que pueblan todo este blog, e incluso siendo algunos anteriores a este blog.
Y a raíz de estos surgieron otros.
Y como por arte de magia los otros fueron expuestos, cortados, cosidos y ceñidos a cuerpos.
Sin prestar atención al hecho hecho de los hechos hechos.

La de los verdaderos hechos.





¿Dónde vieron cosa parecida a esto antes si no aquí y no allá?









¿Dónde luego vieron estas cosas antes, si no aquí para hacerlas allí?

Fueron muchos otros como dije ya tiempo atrás en una entrada de éste blog los que sumaron a las formas de los hechos hechos.
Sin tener en cuenta el hecho ni los hechos.
De las ideas del brotar.
O sí.

Se inspiraron en las transparencias y en las capas, en las formas de las telas. En las ropas que cubrían las caderas y los pechos.
Me pusieron a prueba.


Hicieron hasta un "vestido musical".
Unos y otros picotearon y algunos lo dejaron ante el "Dress your mind".


Ya no podían más después de dialogar con los dibujos.



"Las casas contenedor" sirvieron para otras cosas y casas y para otros hechos en lugar de servir para quienes estaban hechas.


Hicieron bicicletas con diseños surgidos también después de la "Coil Wheel Power bicycle"





Y otros.

E hicieron la bicicleta con la rueda bobina.






 La semejante rueda eléctrica.


Parece que mi "trasporte aéreo"



pasó a ser el hiperloop.





Y otra vez el primer hecho se convirtió en otro hecho.
De las ideas.


"The cooking code" parece que es ahora la "CucinaBarilla".





Con la "unidad de trasporte público adaptativo" y los "bordillos interactivos" se pusieron a hacer y planear otras cosas, o las mismas. ¿Quién sabe?






Y "la Esfera I.F."  se convirtió simplemente en una ley para proteger a las grandes compañías eléctricas. Faroleros que apagaban o encendían las farolas.



Así como cosas referentes a la formación de los cráteres de la Luna y su asimétrica distribución entre la cara visible y la no visible desde la Tierra, que luego aparecieron en forma de teoría dictada por científicos ante las evidencias escritas en "Las dos piedras tiradas en un estanque" que expuse en otro sitio antes que aquí.



En el sumando de los hechos hechos. 
De lo que veía o recordaba.
En el sumando de las esparcidas ideas.




Otras cosas pasaban en el mundo, sobre el mundo.
Las gentes se movían.
Mira tú.
No dejábamos de movernos.
Andábamos miles de kilómetros, si hacía falta, sobre nuestras llagas.





Y qué más da oiga.
Una "o" o una "a".
Allí seguían las armas y las diarias muertes.



Todos los días.


Todos allí en el árbol.





Pero todo esto, no era más que una leve muestra de lo que mi vida había sido desde que fui hundido a vivir en el pozo.



Por aquellos que tocaban el arpa, el gran arpa, y me dejaron allí en el pozo.

Entre el crujir y el chirriar de dientes.


Durante más de la mitad de mi vida.







¿Hacen esto para fastidiar?
¿Para fastidiar hacen esto?

¿Para herir el alma?
¿Y agriarla?




¿Para qué hacen esto?
¿Por qué han hecho esto?



Mayor juicio.












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Preocupados por sus cositas han vuelto a cerrar las puertas y levantan más vallas y verjas.



Y aquí se preguntan por el Quijote de los videojuegos. 
El Quijote ya vino y pasó.
El Quijote está aquí, en lo poco y lo mucho.

En forma de loco cabalgar de corazón desbocado o entumecido por tanto dolor del mirar y no ver la verdad.


También leo hoy sobre un sistema al que denominan FADs para la pesca y que consiste en algo parecido a lo que recientemente ideaba en la entrada "granjas marinas con esferas I.F." y que nada o mas bien poco tenía que ver con la idea expuesta.
Mis FADs como ustedes las llaman, son para alimentar.
Para alimentar a quien nos alimenta, señores.
Para que tengan lugares que potencien su reproducción y no tanto plástico y mierda humana flotando.


Todo seguía siendo un devorar cual diplodocus de boca pequeña y barriga bien llena.

Solo buscaban el provecho de lo hecho, su bienestar en el engordar.
Y comer y comer hasta explotar.
Se vestían, se acicalaban, se perfumaban y por dentro sus tripas hinchaban.
Devorando.


Como plaga de langostas.

Sus casas.
Sus verdaderas casas.

Tenderete de falsedades.
Decorado de cartón piedra.
En la viga de mi casa.


Mientras, en las ondas, las palabras dichas sonaban.
En las ondas con pantalla y sin pantalla hablaban las voces de los precoces.
Sabiendo en el silencio.
Hablaban en silencio.

Los unos y los otros. 
Algunos.

Luego, luego...



Pero yo que sé sobre todo esto.
Nada sé o poco o nada.
Todos hablábamos como locos.
Nada sé.
Todo lo sé.



Quería ya dejar de escribir.
Quería dejar ya aquellos diálogos.
Bastante había ya para la historia.


Para la historia de un abraza-farolas que lo único que quería era abrazar la luz.
La verdadera Luz.




Yo hice esto para ustedes.
Para Todos ustedes.
¿Saben?


Pero el mundo seguía boca abajo.





No me extraña que estuviéramos todos un poco mal de la cabeza.









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Mientras tanto o entre tanto, como las doctas lenguas decían, en el silencio aparente de mi mente otras cosas sonorizaban su interior. 

Desde hacía ya días o semanas o meses o años, ya no sé, el sonoro silencio iba incrementándose y cambiando como si un suave rumor fuera convirtiéndose en temblor y luego en retumbar de timbal o en sonido de enorme tambor.

Y así, digo, un concepto se iba apoderando de los internos espacios del inconcebible tamaño del pensar humano. De mi pensar o sentir o necesitar.

Era solamente una palabra. Una palabra plural y de tamaño descomunal. Una sola palabra intensificaba su poder día tras día. En silencio atronador. Allí dentro.

¡Quiero salir! - decía.
¿Ya es tu momento? - preguntaba yo.

Y en esas estábamos o andábamos en el silencio del no interno silencio.









jueves, 15 de octubre de 2015

Entre las hojas de otoño. Tensión e incertidumbre.






Entre las hojas de otoño.



Entre la tensión y la incertidumbre.

Entre las hojas de otoño y la pasada o presente  tensión, vivía la incertidumbre. 
Incertidumbre por rara. 
Incertidumbre por aquí, por allá y por acullá.
Incertidumbre a todas horas nombrada.




Tensión e incertidumbre.


La una y la otra. 


La invertida.



No sé si así o asá.




Entre las hojas de otoño tensión e incertidumbre.


Hacía meses que la incertidumbre había sido señalada.

Señalada en su esquina por la tensión de los músculos de los brazos alzados.
Por otros.

Yo la dejé allí hace años.

Ahora todos parecían nombrar a la incertidumbre.
A todas horas la incertidumbre mencionada.
Incertidumbre en la esquina inacabada.
Dejada y tensionada.
La esquina de la incertidumbre.

Del hombre gris y sus brazos.

De la tela.














La diaria prensa.





A veces no hacía falta leer la diaria prensa. Un corto caminar, un pequeño paseo por las calles era suficiente para entender el mundo y saber lo que pasaba.

Cuánta desazón. Cuán indolentes éramos. Cuántos pecados desparramados.


A menudo los primeros que paseaban por las calles, en el comenzar de todos los días, eran aquellos que lo hacían con animales con cadenas. Así era. Tenían algunos la sana costumbre, o así creían, de ser buenos amos y acudían menesterosos a sacar de los pequeños cubículos en los que vivíamos y dormitábamos, a sus encadenados seres para que pudieran expulsar sus biológicos desechos. Y así, en tan diaria y periódica costumbre, sembraban el suelo de las calles con extenso catálogo de excrementos y olorosos orines.

Cualquier palo, cualquier esquina era regada. Cualquier portal, cualquier quicio era mojado matutínamente, y entre orín y orín dejaban su montaña de alimento, deglutido, digerido y desechado.

Algunos de los paseadores acompañantes de los seres encadenados tenían a bien, con un gesto de entre urbanidad y propia vergüenza, el recoger los sólidos excrementos y lanzarlos a los contenedores de basura o a papeleras cercanas si las hubieran. Pero siempre había el que, al cobijo de la escasa luz del amanecer, del matutino rocío y el aire cargado de frescor, evitaba el enojoso y cívico gesto de recoger los desechos que su encadenado compañero depositaba sin pudor alguno en donde la naturaleza le indicase.

Una vez terminado el paseo de los acompañantes y el de los seres encadenados, éstos desaparecían tras su diaria labor hecha.

Al poco, la mayoría de los otros habitantes salían de sus casas para sus quehaceres por el mundo, e iban esquivando y evitando como podían todos aquellos regalos depositados en esquinas o entremedio de sus pasos. Si tenían la suerte de estar atentos a todas las pequeñas trampas depositadas, podían entonces llegar a su destino a salvo con las suelas de sus zapatos medio limpias. Pero aún así, los desechos desechados y no recogidos encontraban siempre a algún habitante que por las prisas o el sueño todavía no del todo roto o el ir mirando arriba en lugar de abajo, conseguían adherirse como miel a los dedos a las suelas de sus zapatos. Y así, tras notar el sorprendente y consabido cambio de textura del pisar en falso, percatábanse que el regalo había sido entregado y que ahora podían arrastrar la suela por el suelo o en la esquina de un bordillo para dejar buena constancia de que tal prenda había sido entregada en su calzada prenda.

Manchurrones y patinazos a la distancia de un paso  o dos se extendían después del encontronazo. Y allí se veía primero mierda y luego patinazo condimentado el suelo con el tamaño del pie que el paseante calzaba.

Si eras un poco observante, casi podías saber al ver aquello, si quien pisó era grande o bajo. Si pisaba fuerte o andaba rápido. Si llevaba tacón o zapato plano.

Según a la hora que la vida te llevase a la calle podías ver estas cosas u otras por las aceras, entre los portales de las viviendas habitadas o deshabitadas por el innumerable elenco y variedad de seres humanos que poblaban las ciudades.

Todos estábamos allí. En las ciudades, en los pueblos o en alejadas zonas residenciales. Pero en cualquiera de aquellos lugares podías ver, a poco que caminaras por ellos, una pequeña muestra de lo que el mundo era.
Cuando no era una mierda era un papel, cuando no incluso una pequeña moneda de tan poco valor que a nadie le apetecía recoger para no perder ni gastar energía en tan siquiera el gesto o para que otros no notarán o incluso él mismo evidenciara tal sublime afán de avaricia del gesto por un céntimo.

Anillos, diamantes, lingotes de oro, o cualquier cosa de aparente valor era rápidamente recogida de donde fuera. Seleccionado exquisitamente y a poder ser de forma rápida para que nadie pudiera ver lo que sólo tú habías encontrado tirado o dejado o caído o perdido.



Así, como digo, en un breve paseo y sin necesidad de leer la diaria prensa, podías hacerte un esquema de lo que la sociedad y el mundo era en nuestro día a día.

De cómo estaba todo lo hecho por nosotros, los habitantes de la Tierra.



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Donde no habían mierdas era por qué habían orines a cientos y si no incluso bragas o pantalones o chicles o nuestras colillas, restos que los humanos dejaban por aquí o por allá o por acullá. Podías ir a la montaña más alta que hubiera en el planeta y allí encontrarías basura o cosas hechas y dejadas por humanos. Si te lanzabas con escafandra que pudiese llegar al fondo de los mares para caminar por su lecho, allí encontrarías barco o barca o lata o plástico. Todo estaba sembrado de desechos hechos por el hombre.

Así que, con un caminar por donde fuera, podrías al poco saber que era lo que allí y en sus cercanías ocurría.

Habían hasta muertos y bombas y más muertos y más bombas dejadas por los suelos.
La gente tropezaba con ellas como con las mierdas, y salía despedido por los aires sin una pierna o un brazo a más suerte, si no ya muerto para aumentar los muertos y otras cosas a encontrar.

Los vivos, mientras tanto iban pisando lo pisado, ya fuese mierda o muerto, pues todo el suelo parecía como muerto, en el que la vida nacía y vivía si suerte o voluntad tenía.

Todas estas cosas, como digo, te daban buena cuenta de lo que en el mundo pasaba, como si fuera la diaria prensa. Mentiras arrastradas, engaños y falacias. Desazón y contubernios. Amalgama de de desechos, amalgama de tropiezos. Allí pisábamos plásticos, colillas, chicles y escupitajos. Aceites, grasas y contaminación. Desechos todos hechos por humanos. Por su forma de vivir y ser. Por su forma de comportarse y hacer. Todos nuestros pecados allí esparcidos.
Todos pisábamos la basura que el mundo cubría. Andando sobre nuestros pecados, entre nuestros pecados, rodeados de nuestros pecados.


Entre las hojas de otoño.



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