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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Salí del mercado.





Salí del mercado.

El mercado de las voces disonantes. De los acordes inacordados acordados. De los ruidos y los gones en los sonares.
Aquello resonaba con el sonido del tiempo de los expandires y moveres.
Bastantes burbujas había soltado.
Podría haber seguido soltando burbujas allí, en el mercado, hasta el día de mi muerte. Aire me quedaba para ello, pero no estaba dispuesto a soportar más las censuras del diapasón del capricho.
El beneficio de lo absurdo.
El beneficio de la mentira sin razón en la razón de la mentira.
Aire tenía más que suficiente para escribir y gritar hasta el día de mi muerte. Soltando burbujas en el mercado de la locura.
En aquella ciénaga de vociferío incontrolado. De mentes sin sentido engañadas con el dinero y el odio a sus semejantes por el amor al dinero sin importar la sangre del quién o el por qué.
Sólo querían vender sus aparatitos. Sus bolitas de plomo.
Al precio que fuere.
Creando odio en el engaño.
La iniquidad de la mentira.

Salí del mercado.