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jueves, 8 de octubre de 2015

Las dos anécdotas pendientes. Huellas en el barro. Y el mosquito.






Estas son dos anécdotas que han formado parte de mi vida y han hecho de mi a través del tiempo, parte de lo que soy.
Huellas en el barro.


(Escribí sobre ellas en otros foros y las traslado aquí por tratarse de cosas pendientes, evitando nombres personales por simple respeto y carecer de su personal autorización.)




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Aquí van las dos anécdotas de las que hablé.



Cuando vi que existía un grupo en Facebook para uno de los colegios a los que fui, me alegré mucho. Pensé que podría saber de nuevo sobre antiguos compañeros y amigos después una cena que los alumnos de mi curso organizaron hace ya años y a la que no pude ir por cuestiones que ahora no vienen al caso.

Pensé, como digo, que podría saber sobre compañeros de clase, un sin fin de alumnos, anécdotas y recuerdos de colegio casi siempre divertidos y a los que mi escasa memoria ahora no puede acceder en plenitud de datos.

A "el crecer", creo que siempre le acompaña una especie de mágico poder de innata sorpresa. Un continuo descubrir nuevas cosas, informaciones, personas y sensaciones que se acumulan dentro de nosotros de forma desmedida sin apenas darnos cuenta de ello. Creo que se recibe tanta información que apenas somos conscientes de la cantidad de cosas que nos pasan en unos años que, por lo normal, son de afianzamiento de todas esas hormonas que durante años anteriores han estado explotando por el interior de nuestro cuerpo haciendo que nos convirtamos en pseudo-adultos aniñados con voces y aspecto muy diferente al que teníamos muy poco tiempo atrás.

Intento decir que son tantas las cosas que nos suceden en tan poco tiempo y tan importantes muchas de ellas, que a menudo pasamos por encima de todos esos años como globos de helio flotando sin sentir de forma verdadera lo que supone todo eso.

Luego la vida te enseña que la verdad es que siempre y durante toda ella sucede algo parecido. Siempre flotamos por encima de los hechos sin darnos realmente cuenta de lo que hemos vivido o vivimos. Solo el futuro al pensar en el pasado nos permite a veces constatar que aún en ese viaje aerostático que es la vida, hemos sufrido algunos arañazos o roces o caricias con arbustos, plantas, flores y frutos que no son otra cosa que anécdotas, amigos, familiares o maestros en este caso, que han hecho de tu vida, de todo este flotar sin saber muy bien hacia dónde ni por qué, un hecho un poco más real y palpable que la velocidad que el todo este vivir te permite sentir.

Yo tengo, como les decía, dos anécdotas o historias entre todas ellas que me han dejado una muy agradable caricia en todo este volar de mi vida.

Al llegar aquí, a este grupo de Facebook, no sólo pude ver que habían antiguos alumnos de la Academia como decía, si no que además, para mí muy grata sorpresa algunos maestros estaban al tanto del grupo y seguían escribiendo y haciéndonos pensar todavía en su incansable vocación docente.

Cuando entré no pude por menos que intentar hacer recordar a uno de ellos algo que sucedió en una de sus clases y que arrastré durante unos años en mi vida hasta darle una solución acorde al honor que se me había otorgado o cómo yo había entendido aquello en aquel momento.

Yo era Sir Patrick para él. Él consideró oportuno por algún motivo dejar de llamarme simplemente por mi apellido y comenzó a utilizar el Sir Patrick y así me llamaba por encima de todos los demás cuando se dirigía a mí. Él me enseñó cosas sobre Arte que a mí me interesaban profundamente y cosas sobre filosofía que me fascinaron.
Fue el encargado de enseñarme las cosas que el ser humano ha ido haciendo con sus manos por el mundo en forma de Arte. Desde las primeras pinturas en profundas cavernas hasta las modernas construcciones, pasando por las grandes pirámides y culturas de las diferentes partes del planeta. Me enseñó, explicó e instruyó también acerca de los galimatías de la mente. Sobre el Ser y el No Ser. Sobre Kant, Sófocles, Aristóteles y un indecible número de nombres de eruditos o "sopla-nubes" como algunos quizás los consideren, de cabezas pensantes que han pisado la tierra de este mundo y que ahora forman parte del suelo que pisamos.

Todos ellos son ahora un montón de globos deshinchados de los que aún así permanecen sus ideas o acciones a través de los años.


Supongo que sabiendo él que yo destacaba o habiendo oído que dentro de las artes la pintura me interesaba y la practicaba cuando podía aunque fuera a modo de garabato en el margen de los libros, decidió ponerme a prueba y otorgarme el honor de poder dibujar o representar, según yo entendiese, el afamado Mito de la Caverna de Platón.
Y así lo hizo.

Tal que un día me encargó el asunto. Dibujar sobre la pizarra el siguiente día en que la clase tratara el Mito.

Dada la orden un chip se despertó dentro de mi conciencia como sabedor de tal responsabilidad. Cuál inmediato resorte.

El día siguió y no recuerdo cuantos días pasaron hasta que llegó el día de la explicación sobre el famoso mito, pero sé que no dejé de pensar en ello más de lo necesario y que aquella idea permanecía dentro de mí como una gota China repiqueteando en su severa constancia.

No tenía la solución.
Yo sabía que allí se escondía mensaje más grande que el mero encargo de dibujar con una tiza aquella cosa sobre una pizarra. Pero no encontraba la solución.  No hallé la solución a aquel mito de la Caverna.
¿Qué se escondía detrás de aquella fabulosa metáfora contada por uno de los más grandes pensadores y filósofos de todos los tiempos? ¿Qué quería transmitir más allá de lo evidente y escrito?

No había nada. No encontré nada. No sabía verlo.

Llegó el día y ante mí infructuosa búsqueda y mi evidente fracaso, no pude otra cosa que ser el triste y penoso artífice del esquemático dibujo de una historia que sobrepasaba mis conocimientos sobre lo mundano y lo divino.

Sir Patrick...
Y Sir Patrick salió a la pizarra para dibujar algo más o menos parecido a esto:









Allí quedó esquematizado el mito de la caverna con sus atados, su hoguera, los portadores de objetos y las sombras de éstos formando la única realidad conocida por los atados.
Nada más había y nada más se explicó en aquella clase que dilucidase cosa diferente a lo metafórico en la historia contado.

Algunos vivían ajenos a la realidad viendo sólo las sombras de lo que el mundo en verdad era.

Pasaron los años.
Dejé la academia, trabajé, me fui a la mili, trabajé, me emborraché y un tropel de cientos de cosas me pasaron durante bastantes años hasta que el destino y la voluntad me llevaron de nuevo a sentarme delante de un lienzo en blanco, de una nueva pizarra en forma de impoluta tela.

Allí atrás quedaba aquella anécdota escolar grabada en mi mente, en los lomos de mi volador globo. Aquellas caricias y arañazos sobre la superficie del globo, no eran otra cosa que los hacedores de la voluntad humana.
Aquellos arañazos y caricias son los encargados de hacer que ese globo sin rumbo ni destino aparente tenga sobre su superficie alerones, capaces de mover dicho rumbo y destino del globo.
Todas aquellas anécdotas que se quedan grabadas en la mente, lo hacen por algo. Lo hacen para que puedas guiarte, de alguna forma, por todo este volar que es la vida. A voluntad.

Con ellos puedes girar rumbo y establecer coordenadas y puntos de mira. Establecer destinos. Puedes seguir sus consejos o desatenderlos y guiar así tu propia vida.
Y así hice.

Ante aquel lienzo en blanco, de entre otros muchos anteriores y posteriores que tuve delante de mí, mi voluntad me guió en la búsqueda de la solución, a aquel pequeño gran enigma y honor que supuso para mí el ser el encargado de dibujar el mito de la caverna de Platón para la clase.

Pasados unos años y unas cuántas lecturas y búsquedas sobre el verdadero enigma que encerraba toda aquella metáfora, encontré la solución acorde al honor que yo entendí que se me había otorgado.
Y así dibujé y pinté esto:




"Alegoría del Mito de La Caverna"



Era el año 1994. Apenas las primeras consolas de vídeo juego aparecían en nuestras manos.
Windows tan siquiera existía y los ordenadores era una cosa de película-ficción.

Allí sí que estaba resuelto el Mito o Alegoría de la Caverna de Platón. Allí conseguí trasladar la idea de un señor que pensó algo hace más de dos mil años al día de hoy. Allí, en la soledad del acto creativo y la fuerza de voluntad conseguí ser merecedor, en mi humilde y pequeña íntima parcela de vida, de haber encontrado la solución a tan magno enigma expuesto miles de años atrás.
Allí se hacía palpable y verificable el eterno retorno. El otra vez, otra vez sempiterno de este Sol que cada día nos alumbra.

Allí dibujé a hombre y mujer ante la pared de la caverna. Con el Sol que era hoguera a sus espaldas.
Atados de pies y manos sentados y mirando las sombras de los que pasaban portando objetos sobre ellos, que no eran otros que ellos mismos.
Allí el ser humano miraba las sombras de su propia vida.
Tal que nosotros hacemos ahora con la nuestra. Seres que caminan por las calles mirando sus teléfonos. Familias enteras mirando las pantallas de nuestros ordenadores y televisores con las sombras proyectadas de personas sobre ellas. Sin darnos cuenta de tal hecho. Como globos de helio que flotan por la vida sin saber a dónde ni por qué.

Aquel era el Mito de la Caverna de Platón en primera persona.
Todos nosotros estábamos viviendo el Mito sin darnos cuenta.


Aquella era sin duda una de las primeras piedras que otorgaron consistencia a mi propio globo para poder darle peso o quitárselo a voluntad.
Ahora podía subir y bajar y marcar rumbo y destino como guiado por la incontestable verdad. Era dueño y señor de una de las pocas verdades que la vida te da el honor de poder disfrutar. El descubrir que hay una verdad intrínseca en las cosas y que se extiende desde el principio de los tiempos. Que con el esfuerzo y el deseo de alcanzar esa verdad  para el bien común se consiguen solucionar problemas aparentemente irresolubles.



Yo no vivía en Barcelona por aquel entonces, en el año 1994, pero al volver aquí, no pude por menos que entregar una foto de aquel cuadro con el escueto título detrás de la foto en el interior de un sobre marrón al bedel de la academia. Eso fue allá por el año 1996 o 1997 ( creo recordar al intentar hacer mejor memoria sobre el asunto). El sobre rezaba: A la atención de (el nombre de mi antiguo maestro). Nada más. No incluí texto alguno y pensé que mi firma en la foto del cuadro más su título en el dorso sería suficiente para desentrañar el enigma de la entrega de tal imagen.


Al poco, un par de años creo, y para mi sorpresa, hubo una convención de filósofos en Barcelona donde se trató el tema del mito de la caverna y las nuevas tecnologías.  Recuerdo haber leído la noticia en "La Vanguardia" por aquella época, aunque mi horrenda memoria para con las fechas me impide recordar con exactitud el año.

Pasados otros cuantos años más, me vino a la mente todos estos asuntos y en mi ilusa e infantil concatenación de acontecimientos, soñé que la entrega de aquella foto con el cuadro podría haber desencadenado que mi antiguo maestro, ante la sorpresa del hallazgo sobre la famosa alegoría hubiera podido propiciar la quedada entre colegas sobre el estudio y enseñanza de la filosofía, organizando así de algún modo la mencionada convención.

Aún, a día de hoy, la verdad es que no sé si recibió la foto del cuadro o si supo quién se la envió. De ahí que al llegar a este grupo de antiguos alumnos la primera cosa que hiciera después de saludar fuese el preguntar por todo esto.



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La segunda anécdota, espero no extenderme tanto y pido disculpas si mi narrativa es muy espesa, hace referencia a otro de mis antiguos profesores o maestros al que simplemente llamaré aquí: Padre Paciencia, pues en verdad la tenía y además era Padre religioso.

Esta segunda anécdota debería en verdad ser primera pues así lo fue en el tiempo, o así creo.

La cuestión es que él nos daba clases de latín y de religión por aquel entonces. 
En una de sus clases de religión nos encargó hacer un trabajo dividiendo a la clase por grupos. El trabajo era sobre las religiones en el mundo. Las grandes religiones se fueron repartiendo entre los distintos grupos de clase hasta llegar al grupo del que yo formaba parte con no recuerdo muy bien que otros alumnos pero en el que creo se encontraba también uno de los alumnos al principio recordado.
Nuestro grupo fue el último y no quedaban más religiones importantes si no que minoritarias y consideradas como "otros grupos o religiones".

No sé muy bien cómo llegamos a enlazar una cosa con otra, pero dentro de las religiones minoritarias que campaban por el mundo, encontramos a bien el enlazar éstas con pseudo-grupos o movimientos para-religiosos como alternativa a la eterna búsqueda humana por conseguir La Paz y el bienestar de la gente que puebla la tierra. Mi antiguo amigo y yo éramos dados a filosofar y hablar durante horas sobre todo lo que nos viniera a la cabeza.

Todos los grupos expusieron sus trabajos. El cristianismo, el islamismo, el budismo y todas las grandes religiones con sus grandes dogmas salieron a la palestra exponiendo sus razones e historia. Sus incontestables hechos.
Todos escuchamos con atención lo que allí se decía y debatíamos o preguntábamos asesorados y auspiciados por el saber del Padre Paciencia.

Al llegar el turno a nuestro grupo, allí estábamos nosotros para explicar las otras corrientes o tendencias que sobre la creación, la religión y sus por qués se podían dar.

La verdad es que no quedaba nada.
Era como salir a pescar con unas cañitas de mimbre en un estanque en el que los grandes atuneros habían tirado sus grandes redes y aparejos y habían recogido todo ser vivo que circulase por sus aguas.

Nuestro trabajo no tenía futuro. Nadie iba a comprar las ideas minoritarias si ante las grandes religiones ya todos estábamos posicionados de antemano, ya sea por ideología inculcada desde nuestro nacimiento o por haber escuchado mejores argumentos por parte de otras interesantes religiones o puntos de vista de o a lo largo y ancho de todo este mundo, o por falta o negación de creencia alguna sobre cualquier cosa en lo que a religión se tratara.

Expusimos nuestros resúmenes sobre el sintoísmo y qué sé yo que otras tres o cuatro pequeñas religiones más que eran pura anécdota dentro del repertorio mundial y al final de todo decidimos incluir el movimiento "hippy" como parte de otras creencias.

En acuerdo previo con el Padre Paciencia, creo sin temor a equivocarme demasiado, se produjo allí un momento mágico para muchos de nosotros en aquellos tempranos e inmaduros años y todavía ingenuas mentes.

Sacamos un radiocasete ante la atónita cara de algunos alumnos y las risas de otros, lo pusimos encima de la mesa del profesor, lo enchufamos y le dimos al play, y uno de nosotros comenzó a escribir en la pizarra:



IMAGINA 

Imagina que no hay paraíso, 
Es fácil si lo intentas, 
Ningún infierno debajo de nosotros, 
Arriba de nosotros, solamente cielo, 
Imagina a toda la gente 
Viviendo al día... 

Imagina que no hay países, 
No es difícil hacerlo, 
Nada por lo que matar o morir, 
Ni religiones tampoco, 
Imagina a toda la gente 
Viviendo la vida en paz 

Imagina que no hay posesiones, 
Me pregunto si puedes, 
Ninguna necesidad de codicia o hambre, 
Una hermandad del hombre, 
Imagina a toda la gente 
Compartiendo todo el mundo... 

Tu puedes decir que soy un soñador, 
Pero no soy el único, 
Espero que algún día te nos unas, 
Y el mundo vivirá como uno solo.




Como fondo, y ante el silencio de todos los presentes que se pusieron a copiar en su mayoría la letra de la canción traducida sonaba la música de John Lenon. (Les recuerdo que no existía internet, ni acceso inmediato o rápido a letras, canciones, traducciones y demás).



Aquella canción y su traducida letra sobre la pizarra parecían haberse cargado de un plumazo todos los trabajos antes expuestos por el resto de grupos de la clase.
Un nuevo concepto o posibilidad se había abierto ante nosotros.

El poder imaginar, aunque fuera sólo por un momento, un mundo sin guerras y en Paz. Sin fronteras ni mezquinas posesiones. Un mundo soñado.

Seguramente el mundo que todas aquellas grandes religiones pretendían.

Todavía a día de hoy sigo soñando en la posibilidad de ese mundo real.





Pues eso es todo. 





Estas son las dos anécdotas que quería comentarles y que tenía pendientes por hacer.

Ahora, parece que andamos sumergidos entre nuevas fronteras y vallas de espinos y continuamos con las guerras de este eterno retorno que vivimos sin parar, en nuestro día a día.



Un saludo a todos y gracias por su tiempo si me leyeron.



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Anexo explicando la alegoría en el cuadro:


Si, podría compararse. Pero todavía hay más asuntos en el enigma que me parecen importantes y siguen ocultos.
Podría escribirse tanto como lo anteriormente dicho y todavía quedarían cosas por decir. Quizás por eso elegí pintura siguiendo el dicho "vale más una imagen que mil palabras", pero bueno.

Estoy seguro que los objetos que portan las personas detrás de los atados, no son objetos aunque así lo parezca, si no sus ideas en forma de objetos, los cuales no es que estén "sobre" ellos, que lo están, si no que "surgen de" ellos y más concretamente de las cabezas de los andantes. Así se entiende que no son porteadores de objetos simplemente, si no que son pensadores de ideas y los que están atados sólo hacen que ver las ideas de los que caminan detrás suyo o a sus espaldas. 
Esto es en verdad algo escalofriante, pues los pensantes actúan a espaldas de los atados y éstos últimos sólo ven algo parecido a lo que en verdad piensan los primeros.
Tristemente todo es un poco así. Pues por mucho que alguien explique la idea que de su cabeza surge, al que escucha apenas le llegará la sombra de lo que el pensante pensó.

En mi intento de sintetizar lo máximo posible toda la metáfora concluí que dibujando a hombre y mujer, identificaba a todo ser humano, y que somos todos los que con nuestras ideas hacemos las sombras que nosotros mismos percibimos, siendo incluso incapaces en muchas ocasiones de poder expresar con palabras lo que pensamos.

Como si no fuera poco el lío o las posibles interpretaciones que de todo esto se deriva, queda por hablar todavía sobre la fogata u hoguera y la caverna.
A la fogata le dí aspecto de ventana por la que el Sol entraba, inundando la caverna con su luz. La caverna viene alegorizada por la gota y sus ondas a los pies como suelo de los protagonistas. Siendo la gota centro visual del cuadro. 
La analogía con la actualidad se complica todavía más si cabe, aunque se simplifica por otro lado, pues los sentados, atados que al final resultan ser los mismos que los que andarían con sus ideas sobre sus cabezas, ahora, en la actualidad, tienen la posibilidad de elegir, de alguna forma, aquellas sombras que ven reflejadas en el fondo de la caverna. Los mandos a distancia en sus manos, las antiguas cadenas, ejercen ese papel cambiante. Aún así, sólo hacen que mirar, efectivamente, las sombras de las ideas ajenos a la realidad más profunda y potente que no es otra que la que entra por la ventana a sus espaldas y la que les sostiene en forma de gota y de onda.

Como ves todo se complica y aquí comienza en verdad a hacerse realidad el dicho dicho de que "vale más una imagen que mil palabras".

La hoguera-luz-ventana, todavía está allí y tiene un carácter iluminador permitiendo ver todo lo que allí se represente. Mira tú que Platón eligió hoguera y yo en verdad ventana y no directamente Sol pues en la imagen sale cuadrada o más bien como un trapecio bastante torcido que intentan decir, a mi modo de ver, que aún siendo luz no es la Luz verdadera si no sólo lo que nos permite ver.

La caverna escenificada por mí con la gota y las ondas habla de centro y suelo. Habla de base y sustento. Habla de lo que nos da o permite la vida junto con la luz que nos ilumina.

Platón no hablaba de colores y yo tuve la oportunidad o el desafío de poder hacerlo. 
Allí están hombre y mujer en tonos grises, con la luz amarilla y naranja que por sus espaldas entra. Allí está el azul de la gota y sus ondas y círculos. Están las sombras que ven, con colores sobre la pantalla, al igual que las cosas que les rodean. Pero mira tú que tanto los instrumentos que atan sus manos, más por lo que oyen y ven, más el aparato que proyecta las imágenes, son todos ellos de color negro con alguna franja blanca o gris. Como si fueran cosas surgidas del gris que ellos tienen en sus cuerpos.

Aún así a ellos les envuelve un áurea de luz de color amarillo y naranja, como protegiéndoles y dándoles calor o esperanza.

Pobres hombres y mujeres o mujeres y hombres, que vivimos atados en la vida viendo sombras sin darnos cuenta que la luz no es Luz si no sólo todo una metáfora de lo que en verdad es la Verdad.



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Tenía otras anécdotas más en mi vida, referidas a la enseñanza y a la vida grupal en la que nos vemos o más concretamente me vi envuelto por diversos motivos. Por cómo ésta nuestra sociedad está o estaba estructurada.
Algunas de ellas hablan en mi favor, otras, aquellas de las que no me siento orgulloso, han desaparecido de mi mente y a las que no he conseguido olvidar, las mantengo como ejemplos para intentar no volverlas a repetir si llegara el caso y poderme arrepentir profundamente por ellas cuando las recuerdo.

Aún así, aunque un par mas de ellas hablaban positivamente en mi favor, no eran o no habían tenido el peso en mi vida que éstas, las dos contadas anteriormente.

O quizás sí. No podría decirles ahora si es más importante el agua del vaso, la botella de donde surgió el agua para ese vaso, o el entero mundo que lo propició.




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A todo ésto y en éste mi quehacer diario, el mosquito seguía revoloteando.
Siempre cercano y observante.

Y yo aquí o allí. 
Y él detrás mío,
 O alrededor mío.