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miércoles, 16 de julio de 2014

Boceto hombre 01. Un inesperado invitado en la fiesta final. ( Bloque 17 y último)



Seguí.
¿Qué iba a hacer con aquello?
¿Lo dejaba? ¿Tal que así?
¿Después de tanto caminar?
Pasaron momentos y movimientos. 
Y que en todo aquel caminar me levanté y tomé fruta.
Y la fruta inundó mi boca con éxtasis de sabor y dulzura, en aquel pensando.
Y que todo cambió porque todo cambia.
Y que como la fruta entraba en mi ser con aquél frescor y dulzor que mis lágrimas brotaron de nuevo como por arte de magia en aquel pensar.
Tal la fruta y todo su sabor bajando por mi gaznate al levantarme del desierto y alzarme y caminar y comer.
Aquel hombre en todo su caminar por el tiempo.
Que la fruta cual lágrima cayó por mi garganta y mi gaznate.
Y tornose como granate y rosa y rojo sangre.
Ya. Después de todos estos días.
Todo aquello había quedado en las espaldas del hombre.
En su andar por el tiempo.

Dados los hechos decidí seguir, como decía.
Seguí dibujando.
Poco.
Realcé toda la luz de aquel ser.
La lengua de su ser.
Aquel era el brillo en su brillar.
Pinté mejor la real esencia de su semilla.
Igualando tonos con resultados. Realcé el arco que formaba lo que parecía un alargado corazón.
Insistí en la sombra de su rodilla para indicar que su pierna estaba como alzada o en movimiento. (O que una era más larga o más alta que otra 09-08-2014).
La semilla pendía bajo todas las ondas por debajo de la cola.
Mostrando la planta y el árbol. Su tronco.
Tantas veces lo había pensado.
Lo curioso de aquel hacer con las señales de la gota sobre la semilla y las fuerzas de los distintos sexos del hombre era que en todo aquello, la columna del hombre, su raspa de pescado, su tronco y su insecto en el pecho, su historia hablaba de una semilla que estaba por debajo de todo eso. Como primero.
En todo el andar. Y que cuando el amor surgía, cuando la atracción se producía, entonces la semilla  cobraba sentido y vida superando la altura de la espina.
Y creaba.


Y remarqué más todo aquello.


Pero en estas que en la osadía de mi hacer y en el ir y venir y poder sentir cosas se sumaron a las primeras y segundas y a la esencia de todo aquello, día tras día, entre las alas del viento todavía más cosas y más hechos y más deseos y preguntas y decisiones y voluntades.
Sigue, sigue, que las lágrimas siempre caen.
Y suben.

Sigue.
Aquellas dos pinceladas como gotas bajo el sol y la luna del tiempo.
Aquellos eran también sus propios sudores en los andares del tiempo.
Sudores que salían de todo su ser en este andar por la vida.
Sudores que salían por sus ojos, por sus sobacos, por su sexo.
Sudores que recorrían todo su cuerpo.
Ondas entrantes, ondas salientes, ondas cambiantes.
Todo aquel amarillo y naranja y rojo y azul y verde entrando y saliendo por todas partes.
En la gota de agua.
Espejo de la luz en una gota de agua.
...

Allí decidí en algún momento  colocar en el sitio de la semilla, color y forma y como dos ojos o significando que se formaban allí dos círculos. En donde quedaron en la espalda como dos bollos. Como dos ojos.
Pasado, presente y futuro.
En la historia.
Y aquellos como dos ojos, con la semilla dentro estaba regulado por el amor, y el sexo, y el placer y el gusto del momento.
...

El conejo seguía allí. Me gustaba aquel conejo.
Siempre mirando. Muy atento.
De sus lucientes ojos siempre lloraban lágrimas.
Unas eran claras y otras como muy profundas u oscuras.
De sus lágrimas en las luces del pecho pendían frutos y mares. 
Mares de frutos.
Algunos enormes, como surgidos y hechos por amor.
El conejo con su roja nariz estaba allí como escondido detrás del árbol o formando parte de él.
Todo atento, con esos dos dientes claros...

¡...Y apareció la serpiente!
Allí, en los arcos del amor, apareció la serpiente.


El conejo se puso a llorar a mares.
Mares de lágrimas caían de sus soles. De sus soles del pecho.
¡Calla cobra!
¡No salgas!
¡No vuelvas!
¡No aparezcas aquí!
¡Donde el amor!
...
Pero allí estaba la serpiente.
Y no una serpiente cualquiera.
¡Si no la cobra de cabeza que se hincha!
Y el conejo lloraba desconsolado.
Así el hombre sudando por sus brazos.
Por todos sus brazos el hombre sudaba lágrimas azules saliendo de los soles de su pecho.
¡Pobre hombre!
En su caminar de nuevo se ha tropezado con la reina de las serpientes.
Con la cobra y sus ojos en el viento.
Trepando por el árbol.
En su amor y su sexo.
...

La mano seguía allí en el hombro.
Gracias mano, gracias hombro.
Cerca del oído con el fruto dentro.
Aquello en algún momento también se había transformado.
Como que un caballo allí apareciose también.
Con todo su cuello arqueado.
Y el huevo.
El huevo con la semilla dentro.
El que dió la forma al cuenco y al caldero.
Que como que un ave apareció allí.
Cual ave del paraíso.
Entre todos esos frutos del amor.
Y del hacer.
...
¿Como puede ser?
¡Otra vez la serpiente!
...

Me levanté y me fuí a tomar la fruta y llorar.
Lágrimas y reflejo.
Lágrimas en el haciendo.
Que surgieron...

¿Pero que haces?
¡Ven aquí cobarde!
¡Come-fruta! 
¡Ven aquí!

Allí parecía que me decía en la distancia la inesperada serpiente.
Y yo, ¡Calla o vuelvo y te convierto!
Allí comiendo fruta.
Por el casual del momento.
¿Por el casual del momento?
Tragándome aquella fruta, lágrima, sapo, serpiente.
Todo esto bajo la atenta mirada del conejo.
Del caballo, del ave del paraíso y del viento. 
El árbol allí paciente.
Con el insecto en el recuerdo.
Atemorizado por la serpiente.
No me pintes.
¡A mi no me pintes!
Entre risas y llantos, llantos y risas.
Oh, delfín.
Tu mi delfín.
Tu espinita, caracola.  
Qué ha sido de ti.
Otra vez tropiezas con la serpiente.
....
No sé cuanto tiempo.
Allí la serpiente.
Camuflada en el árbol.
Esperando el momento.
El exacto momento.
...

¡Tú, destino! 
¿Acaso quieres traerme de nuevo a la serpiente?
¿En todo este fluir de ondas?
¿Aquí me apareces tú cobra?
¿Serpiente?
¿Ahí te postras? 
¿Ante la desnudez del amor del hombre?
¿Otra vez?
¡Por Dios que eres osada!
¡Te mereces hablar!
No, no. Otra vez no.
Yo en mis adentros.
Otra vez la serpiente, no.
¡Que no hable!
¡Bórrala!
¡Borra la serpiente!
Es fácil.
La forma de la zona no es así.
Y yo; ¡Pero significa eso!
Allí en mis adentros.
...

Finalmente me senté de nuevo delante del boceto hombre 01.
Otra vez.
¿A donde me lleva todo esto?
Allí estaba el conejo mirándome atento con su nariz-corazón
Con su boquita y sus dientecitos.
Él decía: Ju, ju. Yo estoy pero no estoy.
Yo estoy disfrazado de reloj de tiempo.
El caballo decía: A mi no me mires. Yo soy el oído, con el fruto dentro. Un dibujo en el aire y el viento.
Y arqueaba todo su cuello sin perder detalle de todo el momento.
Bajo él la esfera naranja, rayo. Como con cuatro círculos, cuatro cascos.
La esfera naranja parece que hacía, en su hacer o caer o significando en el tiempo, una especie de corte en aquellos gigantescos ojos que formaban esas dos grandes arcas que acarreaba en sus brazos el hombre. Y caía cortando y formando el rojo, que el rojo parecía la gota del gigantesco ojo, o la arruga, o su gesto, de aquella boquita de piñón que descansaba dulcemente sobre dos manos o alas u ondas que parecían sus brazos o barbilla o manos. O como que a toda aquella boca se le caía la baba viendo caer al amarillo, el naranja y el rojo en todo aquel azul y verde sobre el cruce.
Y el ave decía, pio, pio. Yo estoy disfrazado de ojo y de cuenco en el viento.  Mi disfraz es de huella.
De huella de dedo en el tiempo.
Allí.
Viendo.
En el camino del hombre en el tiempo.
No sé cuantas veces había tragado saliva en todo aquel tiempo.
El hombre.
Tal que dije: 
¡Habla!
¡Habla tú serpiente!
Todos estamos aquí.
No podías faltar en la fiesta.
Dime lo que quieras serpiente.
Háblame y húndeme en el lodo.
Muérdeme a mí, a mi luna y mi viento.
¡Muérdeme otra vez si así lo quieres!
¡Destrózame!
Mata todo mi amor.
Destroza mi árbol de nuevo.
Muerde serpiente.
Muerde en todo mi sexo.
¡Y háblame!
¡Vénceme ya!
...

Y en esas que pinté su lengua.
...
...SSSSSSSSSSS...
...
¿Qué me diría la serpiente?
¿Entre todo ese remolino de viento?


Y el conejo venga a llorar en el tiempo.
Como sudando.
No le des lengua, no.
Que la serpiente es vivaz y sabrá engañarte con su lengua viperina.
Mira que ella silva y parece que te hipnotiza.
¿Tu me lo dices?
¿Tú?, ¿Conejo en el tiempo?
¿Tú? ¿Con tus soles y tus lunas?
¿Con esos ojos llorones me lo dices ahora?
...

Pero la lengua estaba pintada y la serpiente había hablado.
Debajo de aquella suerte de cruz que formaba su pecho.

...

Allí como que deje huella de ello.
Que la serpiente estaba allí.
Que la cobra con sus ojos estaban allí.
No en otro sitio, allí.
Cuando me acercaba al final.
Allí dibujé como una gota de agua que corría por su muslo con su brillo como uña y luna, como reflejo de la luna. No entonces, un poco más tarde.
Después de la serpiente.
La serpiente.
Y yo en mis adentros.
Me entrego a tí y a tu voz. Y dejas huella sobre mí y yo sobre tí con mi luna en mi dedo.
En el árbol subiendo al árbol.
En mi caminar por la vida.
Allí dibujé aquel dedo azul formando su arco con forma de corazón.
El de ahora la serpiente.
...
...SSSSSSSSS...
...
Me dijo la serpiente.
Y los grandes arcos de los ojos de la boquita de piñón miraban diciendo: Sí que la veo, sí. La tengo muy cerca de mí. 
Y yo no sabía si lloraba o reía.
Maldita mi suerte, tú, serpiente.
Tú serpiente que me vienes a hablar sobre el árbol y la semilla. 
Encima del árbol y la semilla. 
Aquí dejo huella de que me enfrento a tu lengua viperina.
No te borro.
Te dejo, me enfrento, acato, te observo.
Me resigno ante tu presencia.
Mi vanidad en el buscar me llevó a tí.
La suerte de mi destino está sujeta a tí.
Yo te dibujo y te hago y te formo.
Y su lengua.
Ay, su lengua.
Su lengua se extendía como hacia la semilla.
Se dividía en dos hacia los ojos de la semilla.
De mi osadía en el querer hacer.
Y parecía que me decían: ¡Míra!
Yo tengo la semilla al alcance de mi lengua.
Al alcance de la palma de mi mano.
Con mi lengua.

Mira que la lengua bajaba y subia.
Y se bifurcaba y se abría y se cerraba.

Y entonces...
¿Pero tú serpiente?
¿Qué mensaje me traes en tu lengua?
¿Qué mensaje esconde tu lengua?
Tú, lengua de serpiente.
...

Entonces ví a la serpiente.
La serpiente hablaba nuestra misma lengua.
La lengua de la semilla.
El mensaje estaba en su propia lengua.


¡Aquí dejo huella en tu muslo!
Con el dedo de la gran luna dejo huella que te he visto y te he escuchado, serpiente.
Aquí te dejo en el árbol. Como si estuvieras entre las piernas del hombre.
Yo vine buscando el amor del hombre en su hacer y me encontré contigo y te dí lengua y tu lengua me habló en el árbol y en toda la semilla.
Sobre la semilla.
Y tu lengua me lo dejó bien claro.
Plante allí como su abdomen subiendo hacia la flor.
En verdad la lengua de la serpiente era viperina.
Por algo.
Sube por la planta que allí está el insecto palo camuflado encima del corazón.
¡Sube!
Que tu vienes para hablar de otro amor.
Parecía entonces que decía la serpiente en su propia lengua.
¡Sube!, que tu buscas otro amor al que mi altura no llega.
Sube hombre y déjame aquí en tu sexo.
Déjame que yo guarde tu sexo y tú sigue subiendo.
Y el conejo lloraba como loco de gozo entre gemidos y sollozos y sonidos al viento.
Entre el sol y la luna.
En el árbol.
Encima del hombre.
En todo su ser.

Y pinté toda aquella serie de ondas o formas.
Que parecía la sombra del insecto, su recuerdo.
Que parecía la planta, la primera planta de amor.
Hacia su flor corazón.
Hacia su nariz.
Allí subía la planta.
Toda la planta desde la semilla.
Todo el hombre en su hacer y caminar por la vida.


Y lo remarqué y lo ensalcé todo un poquito más.
Aumenté unas pocas sombras y unas pocas luces.
Y dejé que la serpiente permaneciese allí en su sitio.
Como entre las piernas del hombre, a los pies de la planta.
Allí dejé al dedo señalizándola.
Apuntándole con su brillo y su luna.
Su lengua decía sube, sube, que yo bajo.


Y le dí más luz a todo su abdomen.
Y la planta se tornó como trigo dorado.
La planta que subía hasta su flor en el corazón.
Todo su abdomen dorado y verde de la planta del tiempo.
Todo lo comido sobre el caldero subía allí como planta de trigo.
Hacia su corazón.

Y su corazón entonces crecía.
Y parecía que impulsaba todo eso con más fuerza.
Y su aroma se esparcía con mayor ímpetu.
Allí subía toda su fuerza hacia la lengua del cuello.
En la escalera del tiempo.
Hacia la mitad del hombre.
Allí en su subir.
Marqué eso en el tiempo.
Y giré la luna. Le dí más brillo.
Y el conejo parecía que veía con mejor cara todo aquello.
En los relojes de sus ojos en el tiempo.


Sí que todo eso estaba alli.
En forma. De alguna forma.
Y pinté todo su abdomen de sol.
Y el marrón del tronco, y el verde de la planta que se tornaba en sol que trepaba y subía por el hombre.
Allí estaba el insecto palo en la planta y el tronco.
Tan campante sobre la planta como un insecto palo.
Y la flor lanzaba fuego y lava.
¡Sube! ¡Sube!
Llega hasta los límites del hombre. Sube.
Allí el pájaro en el cuenco enseñó su pico.
El ave del paraíso con su pico.
Mirando al sol.
Y subí.
Y dibujé el azul en la lengua del hombre.
Como el agua y el aire que entra por la boca del hombre.
Donde su lengua.
Así caía el agua sobre el corazón del hombre.
Y bajé.
Y que en toda aquella planta, en medio de ella estaba el ombligo.
Túnel de vida.
Remolino de agua en el tiempo.
Y allí dibujé como un círculo o una gota.
En su ombligo.
Según las señales que la silla me había mostrado.
Túnel de fluídos en el tiempo.
Y allí quedó como el punto sobre la "i", sobre la lengua en forma de "i" de la serpiente.
Alguna luna debería ponerle ese punto.
Ese punto sobre la "i".
Allí quedó la "i" sobre la planta.
Y subí y bajé y subí y bajé durante todo aquel tiempo.
...
Y seguí hacia el rostro del hombre.
Hasta donde la semilla llega a hacer al hombre.
Allí hasta donde llega su mitad.
Y pensé en el rostro del hombre.
Y en su boca. debajo de su nariz entre sus ojos.
Y que todo aquello decía, ¡Sube!, ¡Sube!
¡Oh, mi tartaleta de ondas!
¡Sube!



Y le dí brillo a su lengua.
A la lengua del hombre.
Coloqué brillos y luces por todas partes.
Iluminé las formas en el rostro del hombre.
Dibujé su labio como arco lanzando flecha hacia su nariz.
Dibujé la nariz cual trompeta hacia su mitad, hacia los alcances del hombre.
Allí estaba la trompeta, el insuflar de aires.
Formando los arcos de sus ojos. 
Los ojos del hombre.
Allí soplaba la boca toda la trompeta.
Y el corazón subiendo y bajando. Y las aguas entrando y saliendo.
Y las ondas subiendo y bajando.
Todo aquello brotando por la semilla de la vida del hombre.
Allí, allí estaba la verdadera lengua del hombre en su ápice y su punta.
Toda como sedienta.
Con los ojos sobre la lengua. Mirando.
La boca y la trompeta.
Soplando.
Allí todo el hombre.
Allí todo hombre.
Con su propia lengua alzada al viento.
Sin saberlo.
La lengua de la vida y del crecer.
La lengua del amar y del ser.
Esa era la verdadera lengua del hombre.
La de alcanzar y llegar a ser.
La del buscar y la del pedir.
La del tragar y hacer y transformar y vivir y crecer.
Esa era la lengua del hombre en su soplar y mover vientos.
En su caminar por la vida.
Y el pájaro, aquel ave del paraíso, reflejo del delfín. Aquel ave que como que miraba al cielo, formando el ojo de la dama o una parte del cuenco o cadera o caldero que parecía que hacía pucheros, aquel ave parecía que cantaba y su pico se iluminaba en el viento.
¡Oh tú ave! ¡Oh tu ave con tu pico!
Parece que en todos estos haceres de la luz y el viento fuiste capaz de andar sobre el propio viento.
Y volaste alto hacia el sol y buscando el sol, volaste y que como que ningún otro ser fue capaz de superarte.
Tu vuelas y dominas los vientos y los cielos. Tú, pájaro que surcas los cielos.
Perseguiste el sol y el amarillo de tal forma que tu pico, tu boca, tu lengua, tu punta se tornó amarilla como el sol.
En ese salto de no perder y ver y seguir viendo en el buscando galopando formaste un arco amarillo en el viento.
Entre tus alas y tu vuelo.
Tú fuiste como volando por los vientos.
Tú pájaro, con tu pico.
Yo escucho tus pío, pío.
Con mis oídos escucho los frutos del viento.
Allí el hombre, entre los frutos del corazón y los del viento.
Allí el hombre en su buscar en el medio.


Así dibujé al hombre.
El resultado de un archivo llamado Boceto hombre 01.
Entre toda esta suerte de colores subiendo y bajando entre las ondas.